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Mesa de Redacción

Carolina Alonso

Sin compasión

as mujeres que deciden abortar no acuden alegremente a someterse a una intervención, como quien se saca una muela. Para muchas, la experiencia no es un plato de buen gusto, aunque la alternativa sea mucho peor. Puede haber excepciones, pero incluso las que interrumpen su embarazo sin tristeza, están en su derecho porque así lo dice la ley terrenal. Bastante lamentable es que, por las circunstancias que sean, una mujer opte por abortar, o por acudir a una clínica para preguntar, como para encontrarse a un grupo de personas que dicen que van a rezar por ellas. No se sabe si para que recapaciten, por los fetos que no llegarán a ser persona o, simplemente, por el alma de las que no serán madres esta vez. De cualquier modo si, como dicen las antiabortistas de la calle Easo, rezar no es un delito y solo pretenden orar, no entiendo por qué se plantan frente a la clínica Askabide. Si de verdad solo quieren rezar, y no machacar moralmente a las que optan por el aborto, un derecho de larga trayectoria, pueden recogerse en cualquier iglesia, por ejemplo, en la que tienen tan cerca en la calle Pedro Egaña y rezar con mucho fervor, tratando que se produzca el milagro y alguna cambie de opinión. Pero hacerlo así, criticando con piel de cordero, es actuar sin compasión y tratando de borrar un derecho.