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El nieto de la Patro

La 'nueva normalidad'

ué poco ha durado la alegría. Cuando parecía que volvíamos a vernos sonreír sin mascarilla, ha llegado la invasión de Ucrania. Es curioso que a toro casi pasado, lo del covid nos parezca poco ante el nuevo panorama de incertidumbre que a todas luces va a impactar en nuestros bolsillos. Aunque en este caso hablemos de guerras y de eso, por desgracia, el ser humano las ha conocido de todos los colores; esta de Ucrania poco tiene que ver con las del siglo XX. Además, esta ocurre a kilómetros de nosotros y con un componente de riesgo nuclear que asusta solo de pensarlo. Y de todo ello lo que peor llevamos intuyo que es lo de no comprender lo que está pasando. Como ya nos ocurriera al inicio de la pandemia, volvemos a sentirnos perdidos y superados. Esa sensación desagradable de que no controlas, de ser consciente de que lo que sabes no es mucho, de que la realidad se ve borrosa y que hasta dudas de si lo que lees o te cuentan es cierto. A diferencia de otros momentos de la historia, es como si el saber no nos ayudase porque percibimos que muchas cosas se nos escapan. Antes la realidad se parecía más a un puzle. Muchas piezas, sí, pero con voluntad terminábamos montándolo. Hoy, por paradójico que parezca, en esta que llamamos "sociedad del conocimiento", hay más misterios que certezas. Nos dice Innerarity acertadamente que "no solo no sabemos, sino que no sabemos lo que no sabemos". Por ello, lo primero es aceptar que en la nueva normalidad no llegamos no solo a comprender la realidad, sino ni tan siquiera a hacer un mapa de ella. Asumir que los políticos deben tomar decisiones, pero que no podemos esperar que ni todas sean acertadas, ni todas tengan cero riesgo. Y, sobre todo, huir de quienes dicen tenerlo muy claro porque si algo exigen estos tiempos es, precisamente, humildad para reconocernos ignorantes y valentía para aprender entre todos.