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El nieto de la Patro

Una moneda al aire

uongiorno", me dice Vincenzo. "Buongiorno", le respondo. Son las 8 de la mañana en un pequeño café de la piazza. No hay música. Solo el repiqueteo del agua de la Fontana de Trevi suena de fondo. Desenvaino mi oxidado inglés y conversamos. Me cuenta que es arqueólogo. "Mi trabajo es parar obras", dice sonriendo porque en Roma no hay manera de construir algo nuevo sin encontrarse con vestigios antiguos. Así, la ciudad eterna ha aprendido a convivir entre lo moderno y su vasto patrimonio heredado. Mientras paladeo un segundo espresso sentado frente a la majestuosa fuente, pienso que puede que en el fondo, como personas y como sociedad, sea imprescindible buscar ese equilibrio entre el pasado y el futuro, entre lo viejo y lo nuevo. Claro que hay que innovar, pero eso siempre no ha de suponer acabar con todo lo anterior. Podemos aprovechar lo que recibimos del pasado y no solo para aprender de ello. Lo del reciclaje y la reutilización quizás no deberíamos solo aplicarlo al medio ambiente. La Euskadi actual ha sabido ir también equilibrando lo ancestral y lo moderno. Tenemos en general unas formas de hacer y, sobre todo, unas conquistas sociales y políticas a defender, por mucho que algunos no las valoren porque no participaron en su diseño y puesta en marcha, pero que son los pilares de las grandes cotas de bienestar de las que disfrutamos. Al pasar por delante del Panteón, templo con más de 2.000 años pero que aún cuesta no sentirse maravillado ante su imponencia, me pregunto, ¿qué dejaremos nosotros a las generaciones futuras? Puede que con no echar a perder el patrimonio de valores, derechos y el precioso medio natural que nos rodea, sea más que suficiente. Cuidemos lo recibido. De no hacerlo, puede que estemos fiando el mañana al destino tal y como los turistas hacemos en la Fontana de Trevi, lanzando una moneda al aire y a ver que pasa.