ristiano Ronaldo tiene la suerte o la desgracia, según como se mire, de contar con varios dones. Uno de ellos es el de no dejar indiferente a nadie: lo amas o lo odias, aunque con el paso del tiempo esto último ha ido ganando terreno a lo primero. "Quizás me odian porque soy tan bueno", llegó a decir el luso. Su peculiar forma de ser, tratando de alcanzar la perfección, le ha llevado a exhibir más defectos ("tener demasiada humildad lo es", soltó en otra ocasión) de los que él, lógicamente, hubiera deseado. Como el de su arrogancia cuando espetó, sin titubear, aquello de "algunos fans me abuchean y me silban porque soy guapo, rico y buen jugador; me envidian". Y su otro don es que bendice todo lo que toca. Un ejemplo fue su debut en la Eurocopa (precisamente ha batido el récord de participaciones al ser el único futbolista en haber disputado cinco), en la que dos de los pocos balones que tocó los convirtió en gol. Esto poco después de haber copado todo el protagonismo en la rueda de prensa previa a su estreno quitando, con desprecio, del tiro de cámara que le enfocaba dos coca colas que uno de los patrocinadores más poderosos de la cita continental sitúa en todas las comparecencias. En segundos la cotización de esta empresa perdió 4.000 millones de dólares en la bolsa. Pues eso, todo lo que toca...