Dijo el escritor y periodista británico G.K. Chesterton (1874-1936) que “el periodismo consistía esencialmente en decir que Lord Jones ha muerto a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”. Claro que no debe ser tan fácil hacer esa reseña necrológica, porque un día sí y el otro también, siempre hay protestas y denuncias contra los plumillas por parte del amplio acervo que configura el tejido social. Unas veces con razón, otras sin ella. Sin embargo, es evidente que el periodismo es necesario, incluso imprescindible, para vigilar a los poderes públicos, para comunicar qué ocurre, y para despertar el sentido crítico de la ciudadanía. Hablamos de una información verdadera, honrada, profesional, proporcionada y contrastada porque, si no, solo son “hazañas bélicas” o “cuentos de hadas”. Eso no significa que los periódicos deban ser uniformes, sin matices, idénticos, porque nos olvidaríamos de la advertencia del filósofo canadiense McLuhan (1911-1980): “El medio es el mensaje”. Anularíamos la libertad de expresión y la diferencia de interpretación. Ayer nos enteramos de que Unidos Podemos ha excluido a El País, la cadena Ser, El Periódico de Catalunya, el Independiente y OkDiario, de un encuentro informativo con medios de comunicación, celebrado el lunes en la sede del partido morado en Madrid. La formación de Pablo Iglesias invitó a los periodistas que siguen habitualmente la información de ese partido a un desayuno off the record para presentar a sus nuevos portavoces, censurando a los profesionales de los cinco medios citados. Al encuentro acudieron sin embargo, entre otros, las agencias Efe, Europa Press y Servimedia, el diario ABC, RNE, la Cope y Libertad Digital, que no se caracterizan por mirar a la izquierda. Es evidente que se trata de un castigo, porque no les gusta su manera de informar. ¡A mí tampoco, qué quieren que les diga! Pero creo que ha sido un error garrafal. “Periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiquemos. Todo lo demás son relaciones públicas”, dijo Orwell, y tenía razón.