Ocho encapuchados de Ernai, vestidos con buzos blancos, irrumpieron el lunes en la sede del Gipuzko Buru Batzar del PNV, situado en el barrio donostiarra de Aiete, realizaron pintadas contra la incineradora y ¡ojo al dato! lanzaron basura contra la puerta del edificio. Los encapuchados trataron de acceder al interior de la sede y, al no conseguirlo, realizaron diversos desperfectos en el jardín y en la fachada del edificio. Luego, la organización juvenil de Sortu, colocó varias pancartas en la verja con los lemas: Zaborra zarete y Mafiosoak zuenak egin du. Minutos después del ataque, la cuenta oficial del PNV de Donostia en Twitter denunciaba: “Esto es lo que hacen las juventudes de la Izquierda Abertzale. Hauek al dira garai berriak? Horien nagusiek zerbait esaterik? #nazka”. Iba yo renegando de las basuras diseminadas por los encapuchados, cuando me di de bruces con mi interlocutor. “¿Qué mascullas?”, me preguntó. “¡Me molestan los desperdicios que se abandonan en las aceras!”, le respondí sin poder evitar un tono de irritación en mi voz. Ahí es cuando mi interlocutor cogió carrerilla. “A mí las boñigas de los perros en las calles me cabrean. En España se calcula que hay 4,5 millones de mascotas, que producen unos 360.000 kilos de caca, de las cuales el 60% queda sin recoger por culpa de dueños incívicos”. Yo quería aclararle que no se trataba de deposiciones de canes, pero él siguió. “A mí me parece bien que Carmena haya anunciado multas importantes para quien no recoja los excrementos de sus perros, sanciones que se pueden sustituir por trabajar en la limpieza de las calles de Madrid. En Las Palmas, las multas se elevan de 150 a 15.000 euros. En Ermua colocan banderines en las deposiciones. En Murcia ponen carteles a guisa de dedicatoria a los dueños: No seas marrano . Y en Sant Andreu de la Barca (Barcelona) señalan: ¡No disimules, si no la recoges eres un cerdo!”. Por fin se detuvo, momento que aproveché para decirle que yo me refería a la acción reivindicativa de Ernai. Me miró y farfulló: “¡Pues, eso!”.