cada vez que la entrañable Sole de la serie Siete Vidas daba una colleja, se me venía a la cabeza una multitud de nombres a quienes con mucho gusto habría soltado un buen tortazo en la nuca. No se confundan, no me he vuelto violenta, pero estudié en un colegio de monjas, y entre ellas había una que soltaba unas collejas que dejaban temblando a más de un alumno. Pero la sigo recordando con cariño. Por ejemplo, le soltaría una buena a Tsipras. ¿Ninguna mujer en su Gobierno? ¿En el siglo XXI? También le daría una buena torta con la mano cóncava a Ana Pastor. ¿La Y vasca en 2019? Perdonen si pongo en duda la enésima fecha dada para su conclusión. Por supuesto, no dudaría en soltarle una buena colleja o una patada en sus partes a ese chaval que se dedica a acosar a las irundarras como si fueran sus juguetes sexuales. Y en mi lista de personas a las que les atizaría un buen guantazo se encuentra el financiero que ha decidido obligar a los clientes de su banco a pagar por ingresar dinero desde ventanilla. ¿Tengo cara de vaca lechera? No estoy haciendo apología de la violencia; mi única arma es el teclado y solo ahí busco desahogo. Pero la muerte de Amparo Baró me ha hecho recordar esos momentos inolvidables que protagonizó esta actriz y las risas que nos robó durante años. ¡Bendita ladrona! Si todos usáramos guante blanco...