En 1984 Miquel Roca fundó el Partido Reformista Democrático (PRD), un proyecto liberal para todo el Estado que le nombró candidato a la presidencia del Gobierno. La iniciativa que se conoció como Operación Roca, terminó en un sonoro fracaso. Miquel Roca pudo mantener su escaño por CiU, posteriormente fue nombrado secretario general de CDC, y luego candidato a la Alcaldía de Barcelona que tampoco obtuvo. En 1999 se retiró de la política y se pasó al campo de la abogacía. Seguramente, su aventura liberal fue el inicio de su decadencia política.

En estos años, ha participado en diversos másteres y cursos para futuros abogados repitiendo una idea que ahora resulta un tanto grotesca. Conseguir que los ciudadanos de a pie crean en que la justicia es justa e igual para todos. Lo que evidente y desgraciadamente no es cierto.

Tras la declaración de la infanta Cristina ante el juez Castro, Miquel Roca comentó a los periodistas dos ideas: la infanta ha colaborado con la justicia, y lo ha hecho sin ningún tipo de privilegio. Ayer se conoció el contenido de esa declaración, de casi siete horas de duración. Los datos son siempre esclarecedores. En sus respuestas al juez Castro, la Infanta dio 579 evasivas sobre su papel al frente de Aizóon y del caso Nóos. De ellas, en 412 veces utilizó la respuesta "no lo sé"; en 82, "no lo recuerdo"; en 58 ocasiones, "lo desconozco"; en 7, "no lo sabía"; en otras 7, "no tenía conocimiento"; en otras 7, "no me consta" y en 6, "no sé".

En sus declaraciones a la prensa, el abogado penalista José María Silva expresó su total satisfacción por la interpretación de la inculpada. Es claro, que le habían preparado un buen guion, aunque muy, muy aburrido, y poco creíble, y la infanta lo había aprendido y recitado sin grandes errores. También ha trascendido que, siguiendo el guion marcado, en ningún momento llegó a mirar a los ojos al juez instructor. Es posible que la estrategia pueda finalmente lograr su objetivo, la exculpación judicial, pero que no se olviden del juicio popular. Aunque fiscales, ministro de Justicia, ministro del Interior, el propio Rajoy, y la casa real, hayan presionado para hacer desistir al juez, la prensa libre y la opinión pública sabe que todo es una inmensa chapuza, y un despojo que hace sonrojar a toda Europa.

Lamentable es todo en este affaire, pero ver a Roca, abogado y profesor de Derecho Administrativo, que tuvo un protagonismo decisivo en la Transición, miembro de la ponencia encargada de redactar la Constitución de 1978, y del grupo que elaboró el Estatuto de Autonomía de Catalunya, metido ahora en tales fangos no favorece al prestigio de la política, ni a la credibilidad de una profesión que debiera marcar de por vida. Es cierto que el abogado tiene el sagrado deber de defender a su cliente, pero también tiene la oportunidad de no aceptar el caso, aunque eso le suponga renunciar a beneficios, influencia y poder para su despacho. Una persona inocente no se queda de pronto sin memoria y mucho menos 573 veces.