Dicen que las arenas movedizas son traicioneras, y que cuanto más intentas escapar, más te hundes. Yo no sé si este paralelismo es válido para tratar sobre el problema de la agitación social que se está produciendo alrededor de la delincuencia y la inmigración. Siempre he creído que los populismos y la ultraderecha son una enfermedad que te asalta cuando te vuelves demasiado gilipollas; como sociedad, quiero decir. Y no andamos tan lejos de ese punto. Lo peor es la violencia y el odio que estos movimientos llevan de serie. Pero llamar facha a todo quisqui y explicarlo todo con “nazis” y “racistas” me parece una estrategia peligrosa, de arenas movedizas. Por no decir que son términos gastados, que algunos llevan ya demasiado tiempo empleando gratuitamente. El problema, al final, va a ser el exceso de ideologización que nos convierte cada vez en más intolerantes. Y nos lleva a “prohibir” y “combatir”, términos que son de ida y vuelta. Los ojos de las personas y sus hechos son el mejor aval de cualquiera, su pasaporte; y eso lo entiende bastante bien la mayoría de la gente cuando trata cara a cara y sin prejuicios. Del mismo modo que la reinserción y la integración social debe ser un ejercicio indispensable para el delincuente y el chungo. La impunidad y la brocha gorda no son buenas
- Multimedia
- Servicios
- Participación
