Acaban de hacerse públicas las modificaciones introducidas a las normas de los delitos más graves de la congregación para la Doctrina de la Fe en la iglesia romana.
Y leemos con estupor que considera delito grave la ordenación sacerdotal de la mujer, equiparándola a la pederastia y pornografía infantil. ¿Cómo se atreven a situar al mismo nivel unos delitos a un derecho que no quieren reconocer?
Denuncio a una jerarquía que de nuevo va contra los derechos humanos de la mujer como persona, por denigrar a la mujer, de maltrato psicológico.
Ante una reivindicación justa cierran toda posibilidad de investigación, de diálogo. Ahora es un delito lo que en tiempos de Pablo VI una comisión bíblica dijo "no haber encontrado, en las sagradas escrituras, nada que fuera en contra de la orden de las mujeres".
Cada vez hay más mujeres que no quieren saber nada de esta Iglesia, (aunque sí del mensaje de Jesús de Nazaret) en la que está viviendo una situación esquizofrénica: una Iglesia dirigida exclusivamente por varones y llena de mujeres en sus celebraciones, catequesis?
Pedir el ministerio ordenado para las mujeres no es para reforzar la estructura patriarcal y ministerial de la Iglesia sino al contrario, para quebrarla y abrir caminos de utopía de la comunidad de iguales en la diferencia.
Invito al Vaticano a abrir las ventanas para que salga el aire rancio que lo habita y deje lugar a la Espíritu Santa para hacer nuevas todas las cosas.
Lo que "sólo" era un campeonato de fútbol se convirtió a través de la manipulación mediática y política en una competición en la que se jugaba, además, la identidad y unidad de España.
Todo empezó con la "inocente" pregunta a políticos vascos y catalanes sobre si querían que ganase España; curiosamente, con el sí se les tachaba de españoles y, en caso contrario, de separatistas. Yo hice la misma pregunta a un amigo chino y a otro amigo brasileño, por cierto, de ésos que disfrutan con el buen fútbol. La respuesta, que no me sorprendió, fue que sí. Aplicando la lógica anterior expuesta, deduje que los dos eran españoles. Un amigo de mi cuadrilla, al oírme contar la anécdota, aparte de tacharme de "cachondo", me dice que no puedo sacar esa conclusión, porque los chinos y los brasileños no son españoles; lo cual me dio pie a responderle que tampoco a una mayoría de vascos nos pueden ni convertir ni hacernos sentir como españoles por ganar o querer que gane un campeonato un equipo de fútbol, en este caso la selección española.
Pero mi amigo, no contento, siguió recordándome que muchos vascos que vieron el partido por televisión gritaron "gol" al marcar España; a lo que le respondí que lo mismo pasó en Brasil y en China. Y todo porque era un partido de fútbol. Un aficionado grita "gol" cuando su equipo de fútbol favorito mete un gol; porque vaya problema les íbamos a crear a todos los aficionados del Athletic, en Murcia, Valencia, Madrid, Andalucía etc. y a los aficionados del Barça en todo el mundo si cuando su equipo metiera un gol y lo celebrasen, les convirtiéramos en vascos y catalanes automáticamente. Separemos el deporte, en este caso el fútbol, de la política identitaria, aunque haya mucho interés en unirlas sólo cuando se gana; porque cuando se pierde, con esa misma lógica, la identidad y unidad de su nación quedaría "tocada".
Por otro lado, no quiero olvidarme de los excesos que se cometieron en la celebración del triunfo de la final por unos 200 ultras en el "manifestódromo" que dispuso el alcalde de Donostia, Odón Elorza, cerrando al tráfico las calles Zubieta y San Martín, sin previo aviso, ni tan siquiera a los vecinos afectados.
Hasta las dos de la mañana tuvimos que soportar la exaltación del nacionalismo español, jaleando frases como "España unida jamás será vencida", "Soy español, español, español?" "Hola, hola, San Sebastián es española". ¿Qué tiene que ver esto con la celebración de una final deportiva? Este ambiente de exaltación patriótica fue aumentado y refrendado a las 1.30 horas de la madrugada con dos todoterreno de la Guardia Civil con sus sirenas a tope, en una calle sin tráfico, concelebrando el triunfo con los ultras (ver youTube: La Guardia Civil festejando el triunfo de España en el Mundial en San Sebastián). No debió ser por casualidad, ya que otros cinco todoterreno de la Guardia Civil circularon por Zarautz con el mismo objetivo.
Por último, deseo aclarar mi posición respecto a la selección española de fútbol... Yo no quiero que gane la selección de la Federación Española de Fútbol mientras esa entidad siga obstaculizando con su veto la oficialidad de mi equipo, la selección de Euskadi, en el ámbito internacional.
Pero eso no me impide reconocer que la selección española mereció ganar la final y tampoco felicitarles, como deportista que he sido, por su triunfo justo y brillante, al igual que lo hubiera hecho si la selección holandesa hubiera sido la vencedora.
Estos hechos acaecidos me hacen recordar lo primero que me aconsejaron todos los políticos y responsables deportivos al acceder al cargo: que con mis decisiones no politizase el deporte, seguramente recordando todavía la manipulación que la dictadura franquista, aún reciente en aquel tiempo, hizo con el deporte. Procuremos tener las ideas claras, y vayamos formándonos y participando en la vida diaria, también en el deporte, porque de otra manera, otros lo harán, y cuando eso suceda y nos manden, los lamentos no valdrán.