La publicación contiene 30 cartas, de las que 24 son de movimientos de yoga. “Hemos cogido las que no son demasiado difíciles, porque el yoga tiene cientos de posiciones, algunas muy complicadas, pero estas son fáciles de hacer y mueven diferentes tipos de músculos. Luego hay cuatro cartas que son de pausa, porque en la sociedad actual no es fácil parar y además está muy mal visto. Por eso nos referimos a la pausa, el movimiento, otras que indican cómo jugar con los dados y alguna que es de calentamiento para empezar a moverte”, dicen, antes de responder al alimón a la entrevista.

Los autores

Elisenda Pallàs es coach e instructora acreditada en distintos protocolos de mindfulness para niños y adultos. Ofrece formaciones para profesionales de la educación y la salud y acompañamiento individual a familias y educadores. Es cofundadora de Sloyu Mindfulness. 

Joost Scharrenberg es life coach, profesor titulado de yoga e instructor certificado de mindfulness en varios protocolos para niños, jóvenes y adultos. Es cofundador de Sloyu Mindfulness.

Las cartas más importantes por las que empiezan son de yoga. ¿Por qué?

Creemos que el movimiento es una actividad buena para volver al momento presente. Muchas veces estamos enfrascados solo en pensamientos, y con las posiciones de yoga lo que haces es sentir tu cuerpo; te hace estar en el presente.

Con las redes sociales, ¿los niños y las familias han dejado de jugar con sus padres?

Sí, las redes sociales han cambiado mucho el modo de jugar no solo de los niños, sino también de sus progenitores. Ahora vemos a muchos de ellos, en edades muy tempranas, enganchados a los aparatos electrónicos, y esto ha hecho que abandonen ciertas actividades que se realizaban en familia. En este libro enseñamos a usar el juego y explicamos cómo acompañar a los niños y jóvenes en el viaje de conocerse, ya seas madre o padre, docente, psicólogo o terapeuta. Cuando estamos más presentes en nuestra propia vida podemos cuidarnos mejor y cuidar a los demás.

Además, ¿los jóvenes hablan poco entre ellos?

Sí, y si lo hacen es online. Si quedan lo hacen por las redes. A veces he visto a niños en una misma mesa hablando por teléfono sin mirarse a los ojos, y no solo son los pequeños, porque los adultos también tenemos que hacer este esfuerzo de dejar el móvil lejos de la cama al ir a dormir, porque de lo contrario, lo primero que haces al levantarte de la cama o al despertarte es coger ese aparato.

¿La actual generación de niños, adolescentes y jóvenes lo tiene más difícil?

Nosotros no teníamos estas interrupciones, estos aparatos que ahora les invaden la vida. Por ello hay que darles herramientas para que estos elementos les sean menos invasivos y que desde una edad muy temprana puedan reconocer que estos aparatos, a diario, resultan adictivos. Nuestra publicación invita a jugar sin esta conexión con el móvil, lo que a veces puede resultar muy divertido. La vida es lo que hay ahí fuera, y no en el móvil. La vida no es ver si has salido bien o no en Instagram.

¿El juego del ahora es curativo? ¿Enseña a buscar la felicidad?

Explicamos en el libro que no hace falta buscar la felicidad lejos de nosotros mismos, porque la felicidad esta justo a nuestro lado. Está presente en muchos momentos especiales que suceden en nuestro día a día. El problema reside en que cuando llama a nuestra puerta estamos lejos mentalmente y no nos enteramos, no nos topamos con ella.

¿Cuándo se da ese encuentro?

Cuando nos abrimos a ella y estamos más presentes y disponibles para los demás. Pero siempre se está mirando a otro lado. Y cuando nos mostramos cómo somos, los demás nos conocen también mejor.

¿Se puede aprender a ser feliz?

Hay que entrenarse para ello con habilidades que van relacionadas con el bienestar. Y en el día a día debemos ir incluyendo competencias que tienen que ver con la paciencia, la aceptación de nosotros y de los otros, la confianza, el no juzgar, el estar abiertos...

Y eso, ¿cómo se hace?

Teniendo claras cuáles son nuestras prioridades en cada etapa de la vida. Hay que pararse a reflexionar sobre lo que te hace feliz y lo que no te satisface. Así puedes ir introduciendo pequeños cambios en tu asistencia, unos cambios que te acercarán a lograr la felicidad.

¿Tenemos que experimentar también la dificultad?

Forma parte de la vida, porque la dificultad no nos hace menos valiosos o buenos, pero sí logra que la vida sea más complicada. Por suerte, podemos desarrollar recursos para afrontarla. Ahora, tras la pandemia, pensamos que programas de mindfulness son más necesarios que nunca, sobre todo entre niños y adolescentes. 

¿En El juego del ahora trabajan en cuatro dimensiones?

Sí. Los pensamientos, las preocupaciones, las emociones y el cuerpo que te habla, así como la conexión con los demás. Desde que somos pequeños el cuerpo nos da señales: un dolor de cabeza quiere decir algo, pero igual antes de tomar una pastilla es mejor escuchar, a ver lo que te dice el cuerpo, porque tal vez solo necesitas dormir o mirar menos las pantallas electrónicas.

¿El juego habla de esto?

Sí, de estar consciente de lo que te dice tu cuerpo; jóvenes y adultos sabemos que es bueno hacer ejercicio, pero no lo hacemos. Las prisas de la sociedad nos llevan a comer mal y nuestro cuerpo se resiente. Nosotros trabajamos con muchos niños pequeños y pensamos que no tienen estrés, cuando en realidad lo padecen mucho más que en otras generaciones. La sociedad es más difícil ahora, y por la conexión con las noticias que ven es mucho más complicado.

“Cultivamos el pensamiento crítico con mente abierta, curiosidad y sin juicio, con el deseo de querer conocer para tomar las mejores decisiones posibles”, dicen.

Hay una etapa que es sencilla: jugar en familia, con los compañeros, hacer movimientos, pausas, y darse cuenta de pequeñas cosas. Este es el primer nivel del juego. Luego se pasa a niveles más profundos donde efectivamente hay una conexión con uno mismo que tendrá que decidir lo que quiere. Ver las cosas que a uno le pueden hacer sentir bien. Lo bonito es que en nuestras clases lo hacemos en grupos donde puedes ver que lo que funciona en ti de una manera concreta, en los demás suele funcionar de un modo parecido. No hace falta enseñar valores, porque los tenemos todos dentro. Si vas a esta etapa más profunda prácticamente tenemos valores parecidos. El juego lo que hace es hablar de cientos de temas actuales que pueden salir de las conversaciones.