Tras dos días de bombardeos estadounidenses, los residentes en las áreas del Yemen controladas por los rebeldes chiíes hutíes ven con preocupación que su país sea arrastrado a una nueva guerra que impida a la población recuperarse del conflicto interno que asola la nación desde hace una década.

“Ya hemos pasado por mucho sufrimiento. Nos preocupa que esto pueda socavar todos los pequeños pasos hacia la paz que hemos dado”, dice Salah, un farmacéutico de 45 años y vecino de Saná, la capital del Yemen tomada por los insurgentes a finales de 2014. Y es que los bombardeos de EEUU y el Reino Unido el viernes y los de Washington ayer contra posiciones de los hutíes para minar sus capacidades de lanzar ataques contra la navegación en el mar Rojo han exacerbado los miedos de que el Yemen no pueda salir de un círculo vicioso de conflicto.

Tras casi diez años de guerra entre los hutíes y el Gobierno yemení, más de 24 millones de personas –el 80% de la población de Yemen– dependen de la ayuda humanitaria, mientras que más de 14 millones requieren ayuda urgente y tres millones han sido desplazadas desde que Arabia Saudí intervino en el conflicto en 2015.

Preparados para lo peor

Ante los temores de que la escalada de tensión pudiera afectar el suministro de combustible en las áreas controladas por los hutíes, muchos vecinos de Saná se han apresurado a las estaciones de gasolina para llenar los depósitos de sus vehículos.

Muhsin, un padre de siete hijos de unos 50 años, gana menos de cuatro dólares trabajando 15 horas diarias recogiendo materiales reciclables para mantener a su familia y está muy preocupado de que una nueva guerra pueda deteriorar aún más la grave situación humanitaria en el Yemen. “Actualmente vivimos por debajo del umbral de pobreza, quizás diez grados por debajo. Entonces, ¿cómo sería la situación si ocurriera una guerra?”, se pregunta mientras empuja su carrito con botellas de plástico que ha ido acopiando durante el día.

“Vivo una lucha diaria para conseguir comida, agua, educación y dinero para el alquiler de la casa”, asegura Muhsin, que se lamenta de que con su trabajo y la precaria situación en el país no puede llegar a fin de mes. Su testimonio no es muy diferente del de otros vecinos de la capital, como Walid al Adeeb, un comerciante de 27 años en el bullicioso mercado de Saná, que comparte su preocupación sobre el estallido de una guerra entre los hutíes y Estados Unidos. “Vivimos día a día sin perspectivas de futuro. Nuestra esperanza en Alá es grande, y esto es lo que fortalece nuestra resiliencia”, asegura el comerciante mientras espera la entrada de clientes a su establecimiento.

Los hutíes, desafiantes

EE.UU. y el Reino Unido lanzaron el viernes 73 bombardeos contra posiciones hutíes que se saldaron con al menos cinco combatientes muertos, según los insurgentes, que no tardaron en responder con un misil dirigido contra los buques de guerra estadounidenses estacionados en el mar Rojo.

Los dos bombardeos estadounidenses de ayer, sin embargo, fueron más limitados. El primero impactó en las inmediaciones del aeropuerto de Saná, utilizado por los insurgentes para lanzar proyectiles contra navíos mercantes en el mar, por donde transita el 15% del comercio marítimo mundial. El segundo fue dirigido contra una base militar de los rebeldes hutíes del Yemen en la ciudad portuaria de Al Hudeida

EEUU detalló que fueron “una acción de seguimiento contra un objetivo militar específico” asociado con los ataques realizados el viernes diseñados para degradar la capacidad de los hutíes para atacar buques.

La insurgencia hutí aseguró que los ataques de EEUU no tuvieron consecuencia alguna dado que no dejaron víctimas y la base se encontraba inoperativa. “No tenemos constancia de heridos, ni pérdidas humanas ni materiales. Además, la base se encontraba este sábado fuera de servicio”, declaró el viceministro de Información hutí, Nasredin Amer, a la cadena Al Yazira, donde prometió que la insurgencia responderá “de manera contundente y eficaz”. Los insurgentes calificaron estas acciones de “injustificadas”, han declarado una “guerra abierta” a EEUU y al Reino Unido y han afirmado que los intereses occidentales ahora son “objetivos legítimos”, algo que también ha alimentado el tono desafiante de muchos residentes de Saná que simpatizan con los hutíes.

“El pueblo yemení se ha acostumbrado a los ataques aéreos y otros ataques”, asegura Abdullah al Qadasi, un estudiante universitario de 22 años, en referencia a los ataques de la coalición militar liderada por Arabia Saudí que desde 2015 ha bombardeado intensamente las zonas hutíes del Yemen. Al Qadasi afirma que en estos nueve años de guerra los yemeníes han sido “resilientes y pacientes”, al tiempo que defendió las acciones tomadas por los insurgentes para  apoyar a los palestinos en la guerra en la Franja de Gaza. “Ni Estados Unidos ni Israel nos disuadirán de apoyar a nuestro pueblo en Gaza”, sentenció.