Rascar el hielo así es peor: el error que puede dañar tu coche
Las prisas pueden convertir una helada en un problema para el parabrisas, las escobillas y tu seguridad
En las mañanas frías, cuando el coche amanece cubierto de hielo, la escena puede desencadenar en algo peligroso: prisa, frío en las manos y una capa blanca que no te deja ver nada no son una buena combinación. En ese contexto es fácil caer en el error más común, que es ponerse a rascar el hielo de cualquier manera para salir cuanto antes. El problema es que algunos métodos muy extendidos no solo son ineficaces, sino que pueden dañar el parabrisas, estropear los limpiaparabrisas o reducir la visibilidad de la luna delantera.
El hielo que se forma sobre el parabrisas no es uniforme. Suele adherirse con fuerza al cristal, mezclado con suciedad, polvo o restos de sal. Al rascar mal, esa capa se convierte en un abrasivo improvisado. El resultado puede ser microarañazos en el cristal que, con el sol de frente o de noche con luces, empeoran la visibilidad más de lo que parece a simple vista.
El gran error
Pensar que un chorro de agua caliente resolverá el problema en segundos es uno de los errores más clásicos. Lo que ocurre si hacemos eso es en realidad es un choque térmico: el cristal está a varios grados bajo cero y recibe de golpe agua a alta temperatura. Ese contraste puede provocar fisuras internas o incluso una grieta en el parabrisas. No pasa siempre, pero cuando pasa, la broma sale muy cara. Además, el agua se enfría rápido y puede volver a congelarse, dejando una capa aún más difícil de eliminar.
Otro error habitual es usar tarjetas de crédito, carnés o cualquier objeto rígido que tengas a mano. Aunque parezca una solución rápida, estos materiales no están pensados para el cristal del coche. Pueden dejar marcas, desgastar el tratamiento superficial del parabrisas o romperse y dejar restos. Lo mismo ocurre con utensilios metálicos o espátulas domésticas. Rascan pero a costa del cristal.
Hay quien opta por arrancar el coche y accionar los limpiaparabrisas con el cristal aún helado, cosa que también es una mala idea. Las escobillas están rígidas por el frío y el hielo actúa como una lija. El resultado suele ser que las gomas se dañan, se crean rayas en el cristal y, en el peor de los casos, el motor de limpiaparabrisas se fuerza.
Cómo hacerlo bien
Lo primero es poner el motor en marcha y activar la calefacción dirigida al parabrisas, con el aire acondicionado encendido si tu coche lo permite. El A/C ayuda a secar el aire y acelera el desempañado. Mientras el aire caliente empieza a hacer su trabajo desde dentro, usa un rascador específico de plástico, diseñado para este fin, con movimientos suaves y sin presionar en exceso. En pocos minutos, el hielo se debilita y sale con mucha más facilidad.
Los descongelantes comerciales pueden ser una ayuda puntual, especialmente en heladas fuertes. Funcionan bajando el punto de congelación del hielo, pero no conviene abusar de ellos ni aplicarlos sobre escobillas o gomas de forma habitual, porque algunos productos pueden resecarlas con el tiempo.
Salir con restos de hielo, zonas opacas o el parabrisas a medio limpiar reduce el campo de visión y aumenta el riesgo en los primeros kilómetros, cuando neumáticos y frenos también están fríos.
