La vida se las trae. Hay años de transición en los que no parece ocurrir nada especialmente reseñable y, de repente, en una semana se suceden los acontecimientos a velocidad de vértigo. En cinco días he pasado de sufrir un aparatoso accidente de tráfico –afortunadamente sin daños personales– a recibir una oferta laboral que ha puesto de vuelta y media mi pretendida zona de confort. Soy de las personas que piensa que nada ocurre por casualidad, y aquí estoy, cogiendo el tren con destino a la próxima estación. Me despido de ustedes tras 20 años de ejercicio profesional en este periódico, con la ilusión de seguir contando historias desde otra tribuna. No ha sido fácil tomar la decisión por el equipo humano que dejo atrás, pero creo que era el momento de cambiar de aires y de afrontar nuevos retos, aunque dentro de mí haya algo que se rompe. Resulta inevitable, ¿cómo no va a serlo después de tanto tiempo? Estos días he podido despedirme de todos y cada uno de mis compañeros y compañeras. Os lo he dicho en persona, y lo repito aquí. Muchísimas gracias por vuestras palabras y buenos deseos. Y a ustedes, lectores y lectoras, destinatarios últimos de nuestros esfuerzos y desvelos, salud entre tanta campaña de desinformación y, por supuesto, larga vida al periodismo y al rock and roll.