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Cosas que pasan

El año pasado Arabia Saudí ejecutó a 345 personas mientras gobiernos, organizadores deportivas y clubes reciben un maná de dinero

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El 2 de octubre de 2019, el periodista Jamal Khashoggi entró en el consulado de Arabia Saudí en Estambul porque necesitaba varios documentos ya que en pocas fechas iba a casarse. Jamal Khashoggi, columnista de The Washington Post y redactor jefe y director general del canal de noticias Al-Arab News Channel, era muy crítico con el régimen de Arabia Saudí. No salió con vida del consulado. Matones a sueldo de Mohamed Bin Salmán, príncipe heredero saudí, le torturaron y degollaron, y descuartizaron su cuerpo con una motosierra. Conocidos los hechos, los gobiernos más poderosos del mundo, liderados por Alemania, se echaron las manos a la cabeza y pidieron que no se vendieran armas al Reino saudí. El boicot no duró mucho porque luego, uno tras otro, esos mismos gobiernos han ido recibido a Bin Salmán y sus miles de millones de petrodólares con todos los honores. El último en hacerlo, esta semana, ha sido Donald Trump que no solo dijo que el asesinato de Khashoggi “son cosas que pasan” sino que ensalzó la labor del príncipe saudí en la defensa de los derechos humanos. Solo el año pasado Arabia Saudí ejecutó a 345 personas mientras gobiernos de todo color, organizadores deportivas y clubes que reciben un constante maná de dinero para blanquear al régimen miraban para otro lado.