“Si Rusia debe pagar la reconstrucción de Ucrania, ¿debe Israel pagar la reconstrucción de Gaza?”. El periodista italiano Gabriele Nunziati formuló la pregunta en una rueda de prensa de la Comisión Europea en Bruselas, donde a sus 28 años en septiembre se estrenó como corresponsal. La portavoz Paula Pinho calificó de “interesante” la pregunta, aunque no añadió comentarios. Hasta ahora, un periodista se podía meter en problemas porque algún pez gordo de la institución interpelada, la Comisión Europea en este caso, llamara al director del periodista. Caía una bronca casi siempre incompatible con saber de qué va el periodismo en una democracia. Esa misma democracia que el político aludido dirá ser el máximo defensor. A Dios rogando y con el mazo dando, a ver si le entregan la cabeza del periodista en bandeja de plata. Ahora, en cambio, para perder un empleo (por lo general poco estable y poco protector ante presiones) basta hacer una pregunta como Nunziati y que canales prorrusos e islamistas la empleen para sus fines. La agencia que ha relevado a Nunziati insiste en que sus periodistas son libres para hacer preguntas. Salvo que luego llegue a canales de Telegram prorrusos o islamistas. Ahí la cosa cambia. Si es que no había cambiado ya.