Vivimos rodeados de pose. Las redes sociales sirven especialmente para que nos sintamos mejor presumiendo de nuestras vidas. Sin embargo, hay una red social que destaca por encima de todas las demás en esto: LinkedIn. Hoy en día sirve como curriculum vitae online en donde todos somos los más inteligentes, siempre estamos trabajando o activos y donde los logros no son unas vacaciones en Bali sino un nuevo curso o un nuevo empleo. Tiene algo de perturbador tener que entrar en ese juego, no para ganar un imaginario concurso de popularidad, sino para que las empresas te seleccionen a ti en un muy real proceso de selección. La semana pasada una diputada del PP tuvo que dimitir por mentir y simular tener unas titulaciones que no había terminado. Podría decir, ahora, que ella es una víctima de este modelo LinkedIn de las relaciones laborales. Pero no, creo que esto es algo diferente. Es probablemente una persona que no comprende cómo no ha conseguido sacarse sin esfuerzo las carreras, cuando gracias al dinero de su familia todo, absolutamente todo, le ha caído del cielo. Seguramente, al ver que tenía que hincar codos en universidades públicas, renunció, confundida ante sus compañeros menos privilegiados que sí le metían horas, ya que nadie les había regalado nada.
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