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Mesa de Redacción

Harri X. Fernández

Periodista cultural

La paradoja del BCC en Gros

Lo del nuevo BCC en Gros representa la desigual competición entre las clases

La paradoja del BCC en GrosN.G.

Paseaba hace poco por la avenida de Navarra, en Gros, y doy fe que lo que anunció ayer el Basque Culinary Center es cierto: las obras van a tanta hostia que hasta sorprende. E indigna. A la velocidad de crucero que marchan estarán concluidas para septiembre y con los fogones listos para encenderse este octubre, si no antes. La obra privada tiende a ser más rápida que la pública pero, en este caso, resulta hasta obsceno. Lo del nuevo BCC en Gros representa la desigual competición entre las clases: mientras los negocios corren como el viento en un Ferrari, al ciudadano se le ofrece el coche de los Picapiedra, a pura fuerza de sangre. Como las cabezas son redondas y las ideas giran en torno a ellas, centrifugamos conceptos como “crisis habitacional”, “ciudad tensionada” y “derecho a la vivienda” que, en definitiva, son la misma nada. Al BCC el Ayuntamiento le cedió un terreno público para que montase una movida que solo atraerá a extranjeros ricachones que encarecerán aún más la vivienda. Y los chavales –y no tan chavales–, a comerse los mocos. En los 16 meses en los que el edificio lleva en construcción no se ha tomado ninguna medida efectiva que frene la expulsión de los donostiarras, que serán sustituidos por un ruso o un mexicano con parné. Auditz Akular lleva 20 años a la espera, Riberas de Loiola está sin culminar, de los Cuarteles y de El Infierno, mejor ni hablemos... Eso sí, el BCC en año y medio está a punto de cortar su cinta de inauguración. Vaya paradoja.