Refunfuñón andaba yo últimamente, pero esta vez a alguien se le ha ocurrido una buena idea. A la vez que facilita las cosas a los ciudadanos, nos ayuda a hacerlas mejor, que es de lo que se trata. Normalmente no es así, y lo que se hace es marear a la gente y echarle más carga de la que ya tiene para que se fastidie.
En esta ocasión, sin embargo, tengo que aplaudir la iniciativa de un Minigarbigune para residuos de pequeño tamaño; una especie de gran contenedor compartimentado que va a llegar a mi pueblo y en el que podremos depositar: aparatos eléctricos y electrónicos; equipos informáticos y de telecomunicaciones como ordenadores o tablets; sartenes, cazuelas y otros utensilios metálicos; materiales de plástico que no sean envases, como un cubo, una palangana o perchas; y también bombillas. Cada cosa en la boca correspondiente, claro.
Una tostadora, por ejemplo, si se estropea, lo suyo hasta ahora era coger el coche y conducir hasta el Garbigune, porque ya se sabe que no tenemos cosas mejores que decir amén a todas las ocurrencias que se escriben sobre el papel. Aunque en realidad, mucha gente lo echa al primer agujero disponible, exponiéndose, cómo no, a una teórica multa. Vivimos en el país del pito del sereno. Pues bien, zorionak! Esta vez, sí. A ver si es el comienzo de algo.