El Ecce Homo desdibujado de Borja ya tiene competencia y también está en Aragón. En una pequeña iglesia del municipio de Latre, cercano al Pirineo de Huesca, un tipo se ha convertido en santo por obra y gracia de haber pagado el repintado del templo. Las rebajas de enero no se quedan solo en los comercios de ropa y también se aplica ahora en las iglesias no al pasar el cepillo, vaya, pero sí al ser santificado. El tipo ha hecho pintar su jeta en la techumbre de un templo del siglo XII donde antes estaba la del santo Matías, con quien ha debido ver tantas similitudes que le he parecido inevitable que su jeta resplandezca allí como una cara de Bélmez. A saber, san Matías estaba retratado con pelo negro, barba y su aureola de santo, y el nuevo es canoso, lampiño y empresario, aunque los vecinos, molestos, añaden que “condenado a seis años por estafa”, y se llama Eduardo. Vale, mucho parecido no guarda con el santo, pero ha dejado que se mantenga bajo su retrato el nombre de San Matías y tras su cabeza, la correspondiente aureola. Tras la amenaza de denuncia, y como si fuera un milagro, su retrato se ha evaporado y ha aparecido otro San Matías, algo más fiel al que estuvo, que sin duda devaluará la iglesia como nuevo destino turístico de masas aleladas. Amén.
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