En todas las casas cuecen habas, y por lo que se ve, en China, a calderadas. La República Popular sufre por primera vez desde las hambrunas de los años sesenta una caída de la población y se enfrenta a una bajísima tasa de fertilidad. Ver para creer. El país que apostó por la política de un único hijo, con medidas de control extremo de población, le da una vuelta al calcetín y se plantea ahora el objetivo de que haya tres hijos por hogar. Inmersos por aquí en nuestro propio invierno demográfico, durante los últimos meses y años se han probado todo tipo de fórmulas, pero no parece China, desde luego, un espejo en el que mirarse. Al menos, teniendo en cuenta el nivel de intromisión que está ejerciendo el gobierno en la vida privada de las mujeres, como vienen denunciando cada vez más usuarias en las redes sociales. Lo han bautizado como la “nueva cultura de matrimonio y maternidad”, que incluye estrategias como bodas colectivas o llamadas a mujeres recién casadas para saber si han logrado quedarse embarazadas. El mismo país en el que sus funcionarios multaban a las parejas que tenían embarazos no autorizados, e incluso obligaban a algunas mujeres a abortar, te dice ahora que tengas por lo menos tres hijos. Ya, y qué más, toma política familiar.
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