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Mesa de Redacción

Ander Terrones

La fábrica y el cine

La fábrica y el cine

Cuando hace unos años trabajé brevemente en una fábrica aprendí muchas cosas; entre otras, la concentración que se requiere en la cinta. Sobre todo los primeros días hice más de un homenaje a Chaplin en Tiempos modernos, cuando la lía en la cadena de montaje. Las broncas eran habituales y hubo más de un momento cómico, como cuando me gritaron de improviso y del sobresalto tiré al suelo todo el producto. Las personas con las que trabajé, honradas y currelas, me contaban sus experiencias y sus problemas físicos por la repetición constante y mecánica de movimientos, especialmente en la espalda y las manos. Todas ellas tenían una historia que contar, y no se les escucha lo suficiente. El cine sirve, precisamente, para poner la cámara allí donde otros medios no llegan. Una de las trabajadoras me dijo que escribiera de ellas alguna vez cuando trabajara de periodista, así que aquí estoy, cumpliendo una deuda de hace mucho tiempo. No tengo el altavoz que supone una película, ni la capacidad para tenerlo en un futuro. Por suerte, a lo largo y ancho del mundo, cineastas trabajan por llevar a las pantallas historias de todo tipo. Por eso, entre otras cosas, el cine es tan necesario. Estos días tenemos en Donostia la fiesta de este arte, y creo que a veces no lo valoramos lo suficiente.