Conviene bajar con una linterna en la mano al interior del último barómetro del CIS. Más allá de la estimación electoral, un estudio con 4.000 entrevistas como base guarda resultados que merece la pena atender para entender. Sobre todo si hay preguntas que se repiten en cada edición, como la valoración de un presidente de gobierno y su principal opositor. En pleno escándalo sin nombre definitivo (¿‘caso Ábalos’?, ¿‘Koldo’?, ¿‘Cerdán’?, ¿‘caso lo que puede venir’?), quienes tenían mucha o bastante confianza en Pedro Sánchez bajan del 30% de julio de 2024 al 25,1%, mientras que la poca o nula confianza pasa del 68,6% al 73,6% (la “poca confianza”, de hecho, desciende del 25,3% al 23,2%, mientras que se dispara la nula confianza: del 43,3% a 50,4%). Enfrente, la valoración del jefe de la oposición es peor que la de hace un año (22,6% a 20,8%) y si de Sánchez un 73,6% se fían poco o nada, de Alberto Núñez Feijóo aún se fían menos: un 78,1%. Quizá solo sea el retrato en números de una alta política española con tanta luz roja de prostíbulo. Y la radiorafía de quién se puede beneficiar de este ambiente. Pocos saben lo que vendrá mañana, pero el CIS avisa de lo que puede venir pasado.
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