Viajar en avión es una aventura en sí misma donde te puede pasar de todo antes de embarcar. La picaresca de las compañías low costse va afinando según vamos conociendo sus trucos. En una ocasión, y eso que tenía pillados los billetes por agencia, la compañía nunca me dejó hacer el check-in online para la ida, solo para la vuelta. Rectifico, nunca me dejó hacer el check-in gratuito y me iba presionando y aumentando el precio según se acercaba la fecha. Ni las llamadas a la agencia ni a la propia compañía sirvieron de nada hasta que llegó el día, me planté en el mostrador sin billete, me escribieron a boli en una tarjeta de embarque que no tenía asiento asignado y a esperar. Entré el último. En mi último viaje, al hacer el check-in online me cobraban 8 euros “de gestión” por coger dos asientos sin sobrecoste. Tras probar distintas fórmulas pude hacerlo gratis con los mismos asientos (ventanilla). Otra vez presencié cómo prohibían subir a su vuelo a una chica que llevaba un casco colgado de su mochila, que no le entraba. La gente, en lugar de prestarle hueco en su maleta la increpaba “por lista” mientras ella lloraba. También yo he jugado a repartirnos ropa en las maletas para evitar el sobrecoste. Pero lo mejor fue una vez que un vuelo de oferta incluía sala VIP, yo no iba a entrar pero se ofendió tanto cuando se lo dije al facturar la maleta que me acerqué. Casi paso de viajar y me quedo a vivir. Si el cielo existe no es por donde va el avión, es la sala VIP de un aeropuerto.