Una reflexión ante una frase repetida hasta la saciedad (“Vamos al chino a tomar algo”) y un reto planteado por la profesora en el curso de creatividad: elegir una problemática y darla a conocer. De ahí surgió la campaña #TengoNombre, que firman los estudiantes Laia Sánchez y Àlex Porras y que ha logrado que cada vez sean más las personas que, en lugar de hablar del chino de abajo o el paki de la esquina, utilicen palabras más adecuadas como el restaurante de abajo o la tienda de la esquina. Incluso han ido más allá para que sean los dueños de los propios establecimientos los que se den a conocer con nombres y apellidos a la clientela. Su idea es simple, pero eficaz, y por eso se ha hecho viral en Instagram, donde han colgado los carteles que cualquiera puede descargar para colgar en los escaparates de los bazares o colmados, poniendo el foco de atención en cómo nos expresamos sobre este tipo de establecimientos. “No soy el paki, soy Malik”. Poner nombres y apellidos a estas tiendas tan habituales en nuestra geografía acaba con la deshumanización de un lenguaje usado con desprecio hacia los extranjeros. Y ayuda a su integración. Acabar con estos microrracismos, como nos han enseñado Laia y Àlex, no supone apenas esfuerzo, solo un cambio de actitud.