Mientras distintos dirigentes occidentales viajan a Israel para hablar con Netanyahu y tratar de enviarle, cada uno con sus propios matices, una reclamación de piedad hacia Gaza, se cuela entre los presidentes de los países el empresario Elon Musk. El personaje llegó como el mandatario de cualquier país y fue recibido con los mismos protocolos. Que se sepa, no fue a solicitar un alto el fuego ni a tratar de calmar las aguas sino a entregar el control de sus satélites en Gaza a Israel. En plan fino, dicen que “devolvió” la visita que le había hecho antes Netanyahu. De igual a igual, como dos presidentes, dos ministros o dos reyes. También se puso un chalequillo antibalas y cambió su cara de sorna por otra de compungido. Da miedo pensar que el magnate de Tesla tiene un poder superior al de los países, ya que es él el que puede favorecer a unos u otros con sus nuevas tecnologías. Manda más que los que mandan. Como las redes sociales a las que nos rendimos. La Asociación de Medios de Información (AMI), con más de 80 cabeceras en el Estado, reclama 550 millones a la empresa de Facebook e Instagram por vender publicidad incumpliendo la protección legal de datos avalada por Europa. O sea, estamos desnudos ante tipos como Zuckerberg o Musk, los nuevos reyes, y somos sus siervos.