Shane se nos va, o quizá se nos esté yendo desde que la música le lanzó a la vorágine de la fama. El líder de The Pogues, ese grupo irlandés de los ochenta que se movía entre el folk y el punk de la mano de un desdentado MacGowan que era un recital de improvisación en sus actuaciones, vive a pesar de que todo el mundo lo daba ya por muerto. Fue así en su juventud, cuando sus excesos con el alcohol y las drogas hacía pensar que fallecería cumpliendo la maldición de los grandes ídolos musicales, a los 27 años. Sin embargo, se rió del destino pinta en mano. Y lo sigue haciendo aunque una grave infección cerebral haya estado a punto de matarlo apenas un mes antes de cumplir los 66 años. Un rostro cadavérico, pero sonriente –y con más dientes que en su juventud–, mostraba que continúa en el mundo de los vivos. Pronto, volverá a sonar en las radios uno de sus míticos himnos, Fairytale of New York. El melancólico cuento de hadas de Nueva York que esconde tras su icónica melodía una letra dura –censurada por la BBC– sobre los sueños rotos de una pareja de inmigrantes. Siempre regresa en navidades, quizá muy a pesar del propio MacGowan, poeta de la gente corriente al que no le gusta que le llamen así porque “significa que has perdido el tiempo escribiendo”. Porque él, ante todo, es músico, aquel que salvó “la música irlandesa” y todavía sigue vivo para recordárnoslo.
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