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Mesa de Redacción

Jurdan Arretxe

Periodista irundarra. En Política entre 2009 y 2020, desde entonces, en el equipo web de 'Noticias de Gipuzkoa'.

Aeropuerto transoceánico

Aeropuerto transoceánicoN.G.

Galicia es un lugar donde se pueden hacer cosas que en cualquier lado estarían prohibidas. Por ejemplo, acceder en coche a la pista de un aeropuerto. Camino a O Grove, una de las salidas de una rotonda es la entrada a la pista de un aeródromo que quiso ser transoceánico para que los neoyorquinos pudieran volar a comer marisco en A Toxa. Aquel proyecto faraónico, de los que aún se hacen aunque hayan pasado 2.000 años desde que Cleopatra murió, decayó cuando Vigo, ciudad especialista en navidades, abrió su aeropuerto a 30 kilómetros en línea recta, unos 64 en líña da costa galega. Cuando el primer avión aterrizó en Vigo, A Lanzada ya tenía lista una pista. Nadie dio luz verde para funcionar. Inútil, hoy podría acoger una misa del Papa o el gran mitin de regreso de Rajoy, asiduo de A Lanzada. Quizá se refugió en este paraíso cuando Pontevedra lo declaró persona non grata. Avisó de la gravedad de la decisión: el Ayuntamiento no se había atrevido “ni con Hitler ni con Stalin”. Muertos para 1954, ninguno hubiera aterrizado en un aeropuerto que hoy estaría repleto de neoyorquinos desesperados por llegar a la Navidad de Vigo. Y, sin embargo, es un aparcamiento para 800 coches y una escuela de surf. He ahí el acantilado que separa lo que quisimos ser y lo que somos. En este caso, por fortuna.