El centro de investigación Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL por sus siglas en inglés. Perdón por la broma) ha puesto en marcha un proyecto para descifrar por qué nos cuesta recordar el nombre de ese pueblo que visitamos en verano, el título de la película que vimos hace un mes o el intérprete de la canción que escuchaste en un bar hace dos semanas. La iniciativa tiene el original nombre de ¡Lo tengo en la punta de la lengua!, y el centro donostiarra busca a personas de entre 18 y 40 años que sean diestras (los zurdos no pueden porque muchos de ellos tienen la red cerebral del lenguaje cambiada. No lo digo yo, ¡eh!. Lo dicen los expertos). Una pena que este plumilla sobrepase la edad de 40 años por el pelo de una gamba. Sería una buena cobaya para el experimento porque el fenómeno que investigará el BCBL lo experimento a diario, valga la redundancia. A veces empiezo a hablar a algún compañero de la redacción con el que llevo aquí más de 18 años y, al dirigirme a él, se me olvida su nombre. Lo tengo en la punta de la lengua... pero no me sale. Al contrario, soy capaz de recordar algo que sucedió hace 30 años como si fuera hoy. Y con los nombres de actores y actrices de Hollywood ni te cuento. El otro día estuvo en Donostia Dominique West, y hasta que no vi su foto, no supe que era el Jimmy McNulty de The wire, y el Noah Solloway de The affaire. Ese fenómeno de no saber cómo se llama un actor seguro que también tiene nombre.