Kers (o algo así, porque las letras de grafiteros me bailan) es sin duda un artista como la copa de un pino. O al menos una promesa en ciernes. Grafitea paredes cual cuchillo corta mantequilla y el toque de realismo que le da a sus letras, que parece que van a saltar de la pared, han cautivado a mi hijo de nueve años, que tampoco es un gran entendido de las artes gráficas, pero bueno, le ha gustado. A mí más bien poco, porque ya saben mis compañeros de la sección de Cultura que mi sensibilidad para con las artes de cualquier tipo va justita y además este tipo de expresiones artísticas urbanas incluso me molestan, porque ya soy viejo, y me cuesta entender este afán transgresor que fastidia instalaciones públicas u otros elementos. El caso es que al citado proyecto de artista le ha dado por plasmar su talento en la pared de un frontón, y puestos a elegir una de las tres paredes, le ha dado por el frontis, de modo que la chapa no se ve un carajo y ahora las apuestas de colegas a frontenis se habrán de dirimir por el oído fino de los contendientes, más que por la vista, ya que el amarillo de la chapa se ha evaporado tras el verde intenso de la pintada. No sé si ha sido una troleada a frontenistas y pelotazales o pura casualidad. La posibilidad era del 33%. Ya es mala suerte.