González-Trevijano y Narváez son dos señores que hasta hace nada pasaban desapercibidos. Pero la feria en la que se ha convertido el Tribunal Constitucional (TC) les ha dejado las vergüenzas al aire. Me voy atrás en el tiempo y les hablaré de un caballero que responde al nombre de Enrique López. Pues bien, en 2013, le cayó en suerte ser uno de los guardianes del derecho de pernada del PP en el TC; hasta que una desafortunada borrachera le condujo en moto por la mitad de La Castellana, sin casco, saltándose semáforos en rojo y cuadriplicando la tasa de alcoholemia. Dimitió y tuvo que esconderse en otro tribunal antes de dar el salto a la alta política. Pero López no era más que una pieza del engranaje. Le sustituyó Antonio Narváez, uno de los resilientes y caducos jueces del TC que hoy resiste al presidente Sánchez. Y Narváez es más fiable. No le da por pilotar mamau y se defiende en bloque bajo sin complejos. Poco importa que su mandato ya expirase. Lo importante es sujetar la mayoría pepera en el tribunal de garantías. Para contener a “rojos y separatistas”, de momento se apañan con trampas, pero puede que a esta derecha tan rancia, si no le dan los números y se le apolillan narvaeces y trevijanos, se le ocurra tirar de tanques. Si ustedes vuelven a equivocarse en las urnas, avisados están.