En un Mundial como este que acaba de dar inicio en Catar envuelto en la polémica por cuestiones básicas en la vida al no respetar derechos humanos fundamentales, por sus leyes en contra de la homosexualidad, su presunta elección fraudulenta o las numerosas muertes laborales en la construcción de sus estadios, existen también rayos para la esperanza. Y aunque estos no sean muy intensos, al menos reconfortan. Uno de los casos a los que me refiero es el que protagoniza el defensa del Real Madrid Antonio Rüdiger, que hoy se estrena en la cita mundialista con Alemania. El central germano ha tomado la decisión de invertir el dinero que se embolse en este Mundial en el país de su madre, Sierra Leona. Con los beneficios que obtenga, once niños de este país africano podrán ser operados de sus pies congénitos para tener “una vida mejor y más justa”, tal y como es su deseo. Todo un ejemplo de un futbolista que, gracias a su privilegiada situación, colabora con numerosas causas sociales. No todo es fútbol y polémica, por tanto, en el evento más importante de este deporte. También existen otros factores que pueden contribuir a que lo que comenzó como un Mundial que olía a podrido pueda ir lavando su imagen con el paso de los partidos.