La Liga y la Federación Española de Fútbol siguen a la gresca. No dejan pasar una oportunidad para que Luis Rubiales y Javier Tebas se echen los trastos a la cabeza: si no es por el calendario de Primera División es por los derechos de televisión, o por... El caso es no dar el brazo a torcer en una pugna en la que habitualmente el aficionado es el que sale peor parado. Y en esta ocasión la excusa ha sido la nueva Ley del Deporte que va a poner en marcha el Gobierno español, en la que estos dos personajes vuelven a estar detrás moviendo sus hilos (uno quería el máximo control sobre la competición y el otro, que representa a la patronal, amenazó con la huelga; lo nunca visto). Asuntos como la desaparición del TAD, el impulso de la Superliga o la no continuidad de los fondos CVC estaban sobre la mesa, pero aquí lo que importa es el dinero y, cómo no, las miradas de ambos estaban puestas sobre los derechos de explotación comercial de la competición. Hay un pastón en juego y cada uno ha hecho su labor para tratar de convencer a los políticos que deciden sobre los términos y la redacción del nuevo texto. Mientras el fútbol continúe dirigido por mandatarios que se creen los amos de un cortijo al parecer muy rentable, no hay duda de que no gozará de los principios que le elevaron a ser el deporte más admirado.