El perro ha sido el mejor amigo de los humanos durante miles de años. Los restos más antiguos encontrados en Europa pertenecieron a un can que habitó en el continente hace unos 15.000 años. En Asia, sin embargo, se han encontrado huesos de hace 12.500 años. Fue el primer animal domesticado por los humanos y normalmente se utilizaba como ayudante para la caza y el pastoreo.

Pero una de las grandes incógnitas acerca de este tema era cómo habían llegado los perros a América. Al ser un continente aislado, una de las principales hipótesis decía que este animal había sido introducido por los españoles durante la conquista del siglo XV, pero un estudio genético ha determinado desde cuándo vive este animal en América y ha desmentido la hipótesis que se planteaba.

La investigación indica que hace aproximadamente 11.000 años, cuando el Homo sapiens cruzó el estrecho de Bering y poco a poco fue poblando todo el continente, los grupos de personas iban acompañados de perros, por lo que a medida que los pueblos y las culturas fueron prosperando, también lo hicieron los perros, creando distintas razas, la mayoría de ellas hoy en día extintas.

Raúl Valadez Azúa, del Laboratorio de Paleozoología del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha realizado estudios de ADN en restos de perros y los fósiles encontrados en América tienen variaciones en su material genético producidas por el aislamiento geográfico del entorno.

Estos hallazgos también han confirmado que el animal no fue introducido una única vez en América por el estrecho de Bering, sino que hubo varias oleadas de ingresos en las cuales llegaron diferentes razas, como la del husky siberiano, que llegó a las tierras de Alaska en la época de la fiebre del oro en el siglo XIX.

Estatua azteca de un perro. Museo Metropolitano de Arte

El investigador destaca dos razas de perro bien definidas de México y América Central que aún sobreviven: los perros pelones (sin pelo o Xoloitzcuintle) y los chihuahueños. Existen otras razas que a día de hoy no existen en sus formas puras que son una de patas cortas llamado Tlalchichi y el perro común mexicano, el Itzcuintli.

En estas culturas el perro tuvo diferentes funciones. Sobre todo se utilizaba como fuente de carne para sacrificios y ceremonias ya que, según Valadez Azúa, se pensaba que consumiendo su carne la persona asimilaría en cierta medida la esencia espiritual del animal. La piel y los huesos se usaban para hacer artículos de uso cotidiano y distintivos de sacerdotes y militares.

Como se ha mencionado, la mayoría de las razas de perro que vivieron en el continente americano se extinguieron o hoy en día no existen en sus formas puras. La desaparición de casi todos los perro prehispánicos está asociada a la ideología eurocentrista y a la introducción de nuevas razas.