a taberna Joxe Mari, ubicada en Erregezaintza kalea, en el barrio donostiarra de El Antiguo, es desde hace tiempo un punto de encuentro para los vecinos y comerciantes de la zona. Fue hace cinco años cuando el experimentado hostelero Marcelo decidió hacerse cargo del bar. Cuenta que lleva muchos años trabajando detrás de una barra. “Empecé en lo que hoy es el bar Doka; más tarde trabajé en un bar de Aiete llamado Pagotxa, donde aprendí todo lo que sé de hostelería. Tuve la suerte de estar once años trabajando para ellos”.
El azar quiso que al ir a visitar a su hermana, que vivía en la misma calle donde se ubica el bar que regenta en la actualidad, Marcelo se fijara en el cartel que rezaba “Se vende”. “Yo ya conocía el lugar, porque solía entrar aquí a tomar café y tenía relación con los anteriores dueños. No tenía intención de comprar, pero al ver la oportunidad sentí la necesidad de hacerlo”.
El bar ha reabierto hace solo un mes, tras una reforma en profundidad. No es la primera que acomete, y es que nada más llegar le hizo varios arreglos como pintar, cambiar la iluminación, las mesas y las sillas, nuevas pantallas de televisión... Ahora, el cambio ha sido “radical”. El aspecto del bar Joxe Mari es muy diferente a como era hace solo unos meses: “La gente está dando su aprobación, nos suelen decir lo bonito que ha quedado... Estoy muy a gusto, muy contento”, reconoce.
La pandemia ha afectado a muchos sectores, sobre todo al de la hostelería, que sigue teniendo que hacer frente a las restricciones marcadas por la situación sanitaria. Algo a lo que la taberna Joxe Mari no ha sido ajena: “Nos estamos acostumbrando a estar más en casa que antes. Es una pena, pero estamos cambiando nuestras costumbres”, reflexiona el hostelero. Por suerte para él, sus clientes le han sido fieles: “Lo que ocurrió al abrir el bar fue muy gratificante. Los clientes volvieron diciéndonos que nos habían echado en falta. Eso me da motivación para seguir”.
Sobre las claves para lograr la fidelidad de la clientela, Marcelo lo tiene claro: “La cercanía es fundamental. Se trata de que sientan la taberna como la continuación de su casa y que disfruten con los amigos, con los familiares, con la gente más cercana... De hecho, el local funciona como punto de encuentro de esta parte del barrio”, cuenta el hostelero orgulloso.
La taberna Joxe Mari va a transformar su carta con el cambio de año. Marcelo y los cocineros llevan tiempo trabajando en ella. “Tenemos la suerte de contar con cocineros que han trabajado en restaurantes como Zuberoa o Akelarre”, apunta. “Intentamos hacer todo aquí: tanto la repostería, como las croquetas, los calamares, las rabas... Tenemos gente preparada y tratamos de aprovecharlo”. Con la reapertura, las cazuelitas se empezaron a vender mucho y, desde siempre, las croquetas son de lo más demandado.