Los barrios de Amara, Altza e Intxaurrondo son los que mayor número de viviendas alquiladas tienen en el programa municipal Alokabide, un servicio de intermediación entre los inquilinos y los propietarios privados, que obliga a estos últimos a cobrar una renta inferior en un 20-30% a la del mercado libre pero, a cambio, les ofrece un seguro de cobro de las rentas, así como otro multirriesgo del hogar.

Actualmente, en Donostia hay 258 viviendas alquiladas por medio de este programa de la sociedad municipal de vivienda Donostiako Etxegintza. Están repartidas por todos los barrios de la ciudad y hay más en aquellos que tienen más población.

La renta media que pagan los inquilinos es de 604 euros al mes, una cifra que en la capital guipuzcoana puede considerarse barata y que está lejos del precio del alquiler privado que, según la última estadística elaborada por el Gobierno Vasco con el dato de las fianzas depositadas, fue de 892 euros en 2020. Es decir, Alokabide consigue una renta un 32% más barata.

El programa, además, fija un máximo de 750 euros de renta, de modo general, y obliga a que no sea superior al 30% de los ingresos de los inquilinos, con el fin de garantizar que puedan pagar el precio asignado.

En Altza hay 50 pisos alquilados por mediación de Alokabide, lo que supone un 19% del total existentes en el programa, y pagan una renta media de 526 euros al mes. Otras 41 viviendas (16% del total) se encuentran en Amara Berri, con una rentas media de 672 euros. Otros 29 pisos (11%) están en Intxaurrondo, con 540 euros de precio medio.

En el Centro hay 25 pisos en Alokabide con 691 euros de renta media; en Egia 25, con 591 euros; y en Gros hay, 18 con 688 euros de precio medio. Otras zonas de Donostia cuentan con menores cantidades de viviendas alquiladas gracias a este programa de intermediación.

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Además de los pisos ya arrendados, el programa municipal cuenta con otras viviendas tasadas para el alquiler o listas para ser permutadas por otras. Es el caso de propietarios de pisos que necesitan otras viviendas, con mejor accesibilidad, por ejemplo, y ceden las suyas para alquilarlas y residir en otras del programa Alokabide.

Tienen que pagar una renta pequeña, la diferencia entre la propiedad que ponen en alquiler y la que necesitan. Con todos ellos, los pisos adscritos a la gestión Alokabide llegan a 315.

El director de Donostiako Etxegintza, Rafael Farias, destaca la "fidelidad" de los propietarios que han optado por destinar sus pisos vacíos al arrendamiento por este medio, que reciben menos dinero que los del alquiler privado, pero obtienen garantías a cambio.

"La gran mayoría de viviendas que se han venido adscribiendo al programa se han mantenido una vez finalizados los contratos", explica. Las retiradas han sido principalmente por la necesidad de que sean ocupadas por familiares o por la voluntad o necesidad de venderlas, recalca. Además, algunos propietarios que han dejado el programa por distintos motivos han vuelto a los años por su fiabilidad.

Desde su creación en 1999, un total de 1.455 contratos de arrendamiento han sido gestionados por medio de este programa.

Sin embargo, a pesar de que las partes que han suscrito contratos están contentas en general, la cifra de propietarios que opta por ofrecer a Alokabide su vivienda para que sea alquilada no experimenta grandes crecimientos, como le gustaría a las autoridades municipales. La confianza entre los implicadas, según señalan los responsables, se evidencia en que solo han tenido que ir tres veces a juicio por impagos o conflictos.

La evolución del número de pisos en el programa se ha mantenido estable en los últimos tiempos, según aseguran los responsables de Etxegintza, que destacan que las cifras han mejorado un poco tras los peores momentos de la pandemia. "Si bien es cierto que la progresión en cuanto a aumento de viviendas se ha ralentizado, también lo es que se ha mantenido el número e incluso ha aumentado, como refugio ante las incertidumbres que el mercado libre ofrecía", recalcan.

El objetivo del programa no es solo movilizar la vivienda vacía que hay en la ciudad, explican, sino también contribuir a la contención de los precios o, al menos, no colaborar a su elevación y esto mismo, por otra parte, retrae a muchos propietarios.

Por ello, los 258 hogares creados de la mano de Alokabide se quedan cortos en comparación con la demanda existente, también en este programa, que ronda las 12.000 peticiones.

Aunque quienes buscan uno de estos pisos pueden mostrar sus preferencias por barrios, hay también solicitantes a quienes les resulta indiferente la zona. Son 1.529 solicitudes un 12,6% del total.

Los aspirantes a ocupar uno de estos pisos de alquiler pueden mostrar sus preferencias por uno o distintos barrios. Así, además de aquellos a quienes les resulta indiferente, las zonas más deseadas para vivir, según la estadística de solicitantes, son el Centro, con 1.863 peticiones, seguida de Gros, con 1.713, y Amara Berri, con 1.522.

Las inscripciones, salvo que se modifiquen, tienen una vigencia de cuatro años y después desaparecen porque se entiende que los apuntados ya no están interesados.