- Aceras hundidas, tapas de alcantarilla abolladas, luces apagadas y roedores. Son algunos de los problemas que denuncian en los últimos tiempos los vecinos de Txominenea, como consecuencia de unas obras de urbanización que no terminan de acabar. Están cansados, dicen, de trasladar su situación a unos y a otros y ver que los problemas no acaban de solucionarse. Por eso, se plantean dar un paso más para reclamar soluciones.

"Es verdad que pusieron cepos para las ratas, pero no han desaparecido, se han ido a otra zona también de viviendas", cuenta la presidenta de la asociación de vecinos, Edurne Burutaran. Últimamente las han visto por la zona de las casas antiguas del barrio, las que han renovado su fachada. "También dijeron que taparían los agujeros por los que entran, pero ¡hay tantos agujeros!", denuncia.

Han pasado ya más de dos años (en noviembre de 2018) desde que llegaron los primeros vecinos a las nuevas viviendas. Eran conscientes de que pasarían algún tiempo entre obras hasta que el nuevo barrio estuviera completado. Sin embargo, Burutaran afirma que la situación ha ido empeorando y que en los últimos meses tampoco ven a operarios trabajando en la zona, por lo que la urbanización del barrio sigue sin terminarse y los problemas cotidianos se agudizan para sus habitantes.

Tras transmitir sus quejas al Ayuntamiento de Donostia, con mayor intensidad en las últimas semanas, y a los grupos de la oposición, que se han hecho eco de sus reclamaciones, las reuniones entre el Consistorio y la UTE Txomin Berri, formada por Amenabar, Campezo y Gesdas, han dado sus frutos y han llegado a un acuerdo para llevar a cabo en dos meses actuaciones que quedan aún pendientes de ejecutar o de terminar.

El pasado jueves por la tarde, el Ayuntamiento explicó a los representantes vecinales el acuerdo que había alcanzado con la constructora el lunes. La concejala de Participación Ciudadana, Mariaje Idoeta, detalló algunas de las obras que tienen que estar finalizadas en un plazo máximo de meses. Por ejemplo, distintas acometidas de aguas pluviales y fecales, que están sin rematar, así como firmes y pavimentos, algunos inacabados y otros ya deteriorados, en los que hay que cambiar las losetas, y también algunos bordillos. La jardinería, como la del paseo de Antzieta, también debe ser colocada, según el proyecto, así como algunas señales y carteles de calles. Todas las actuaciones pendientes han quedado concretadas en documentos elaborados por los técnicos municipales sobre la situación.

Una vez que el Consistorio compruebe que están bien ejecutadas, recepcionará la urbanización (aceptará la obra) y comenzará a dar el mismo servicio que en el resto de la ciudad en limpieza de calles, iluminación y jardinería. Pero no mientras la obra esté sin terminar.

Idoeta señaló a NOTICIAS DE GIPUZKOA que comprende el hartazgo de los vecinos. "Entendemos perfectamente el enfado de los vecinos y, como Ayuntamiento, también hemos llegado a estar hartos", dice la concejala que, sin embargo, achaca la situación a las vicisitudes de una obra grande y complicada, en la que no todas las piezas encajan como deberían a la vez.

Tampoco las aceras que rodean las viejas casas de Arévalo, que han modificado sus fachadas e introducido conexiones con el servicio de calefacción y agua caliente central del barrio, pueden ser ahora rematadas de modo inmediato ya que parte es responsabilidad de la constructora y parte, de las propias comunidades de vecinos.

Pero las obras en Txomin van para largo y no todas corresponden a la UTE Txomin Berri ni al Ayuntamiento. Por ejemplo, hay dos bloques de viviendas del Gobierno Vasco que acaban de comenzar a construirse. Junto a ellos, están proyectadas dos plazas interiores, que serán ejecutadas por el Consistorio, pero los trabajos deben a esperar a que terminen los bloques de pisos.

Antes de ello, comenzará a convertirse en realidad la plaza Arteleku, que será el núcleo central del barrio, cuyas obras comenzarán en verano, según el calendario municipal, que prevé cinco o seis meses de obra para su finalización.

También está en el horizonte la reforma del apeadero de Loiola (frente al nuevo barrio), cuyo pasadizo quedará taponado y el paso peatonal se ejecutará por una pasarela sobre las vías, con los correspondientes ascensores.

Antes del compromiso anunciado por la constructora, la concejala de Espacio Público, Marisol Garmendia, declaró que el Ayuntamiento estaba dispuesto a actuar de forma subsidiaria si la UTE no lo hacía porque las soluciones no podían dilatarse más en el tiempo, y llegó a decir que estaban "perdiendo la paciencia". Reconoció que el hecho de que las obras no estén completadas afecta a servicios públicos municipales como los de recogida de residuos, de limpieza o de jardinería. La concejala de Urbanismo, Nekane Arzallus, por su parte, se mostró positiva tras el acuerdo con Txomin Berri y confió en que pueda suponer una mejora para las condiciones de vida de los residentes.

Mientras, sin embargo, los vecinos del barrio siguen sin encontrar solución a sus problemas cotidianos. "El problema es que la obra no se termina", denuncia la presidenta de la asociación, que añade que los plazos que les dieron se están incumpliendo, ya que las obras debían estar prácticamente acabadas en julio del año pasado.

"Un día llegas a casa y no hay luz en toda la calle; eso pasa un día sí y otro no, es habitual", denuncia Burutaran. También recalca que hay tapas de alcantarilla abombadas o desencajadas que pueden provocar caídas, y no acaba de entender los hundimientos en aceras construidas hace apenas dos años que, además, no se resuelven.

En un extremo del barrio, en la zona de la rotonda, las obras parecen estar inacabadas y, sin embargo, los vecinos afirman que hace semanas que no ven trabajar a nadie en la zona. En otros lugares, donde se plantó hierba, ésta ha crecido y ha surgido ya abundante maleza que nadie poda, ya que aún no ha pasado a manos del Ayuntamiento.

También los ratones suponen un problema que no acaba de solucionarse. Hace un mes, durante las fechas navideñas, vecinos de la plaza de Wroclaw dieron la voz de alarma al encontrar ratones dentro de las terrazas y cocinas de sus viviendas. Difundieron las imágenes por las redes sociales, con testimonios de vecinos como Juan Encinas, que explicaba a este periódico que él mismo ya había atrapado ocho ejemplares. Achacaba la proliferación de roedores al hecho de que hay fachadas sin rematar y con huecos en la parte baja, por donde podían haber accedido a las viviendas. En la última comisión de Pleno Marisol Garmendia confirmó que los xagus no eran consecuencia de un problema de higiene o salud pública, sino que podían haber accedido por las partes bajas de los edificios que están sin rematar, pero para los vecinos la situación es molesta.

Los primeros vecinos de las nuevas edificaciones llegaron hace dos años y dicen que la situación empeora

El Ayuntamiento espera que la plaza de Arteleku empiece a construirse en veano, con cinco o seis meses de obra prevista