Eibar. Está jubilado pero queda con quien junta estas letras en las oficinas que la consultoría Urkei tiene en el edificio Aurrera de Eibar, a donde acude habitualmente "para escribir". Miembro de la sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza y de la sociedad de ciencias Aranzadi, Carmelo Urdangarin es un apasionado de la historia, la economía y los oficios tradicionales de Euskal Herria; unos ámbitos a los que ha dedicado la práctica totalidad de sus publicaciones. Insiste en destacar la labor de las personas que colaboran con sus trabajos y la riqueza de la cultura oral, a la que considera "fundamental para que nuestro pasado no se pierda". En 1975 publicó su primer libro bajo el título Deva, Euskal kosta nuklearra, compartiendo firma con José Ramón Recalde y Patxi Aldabaldetrecu. Desde entonces ha escrito sobre temas de lo más diverso, con la particularidad de que ha inmortalizado "unos 180 oficios antiguos" en una quincena de obras .

La temática que elige para sus libros ¿responde a un orden lógico o la elige en función de sus inquietudes de cada momento?

Obedece a lo que uno piensa en cada momento. Por poner un ejemplo, en 1.996 José María Izaga y yo escribimos un libro sobre el traslado de ganado bravo desde Tudela a Deba porque teníamos la sensación de que si no se recogía en ese momento se perdía para siempre. Durante muchas décadas el ganado que se soltaba en las fiestas de Deba se traía a pie desde una distancia aproximada de 200 kilómetros, que completaban en cinco días. Gracias a los documentos sabíamos las ganaderías que había contratado el Ayuntamiento y, en consecuencia, los lugares de procedencia. Sin embargo, no se sabía el itinerario que hacían hasta llegar a Deba y para descubrirlo tuvimos que visitar un montón de pueblos, hasta que dimos con una persona que había participado en esos traslados y nos contó todos los detalles.

De las 26 obras que ha publicado 16 se centran en los oficios tradicionales ¿A qué se debe su interés por ese ámbito?

He dedicado 50 años de mi vida a trabajar en la industria, lo que me ha permitido ver la desaparición de diferentes oficios. Y eso mismo es lo que me creó una lógica preocupación porque o se recogía o no iba a quedar ni rastro de esa parte de nuestra historia. De todos modos, quiero dejar bien claro que además de José María Izaga y yo ha habido otras personas como el donostiarra Antxon Agirre Sorondo o Garmendia Larrañaga que han hecho trabajos muy importantes para preservar los oficios tradicionales.

¿Cuál es la publicación que más trabajo le ha dado?

Sin lugar a dudas el libro titulado Deva, ayer en el que recopilamos 260 fotografías antiguas de la localidad tras varios años de trabajo. Recorrí todos los caseríos del pueblo para conseguir las imágenes e intentar documentarlas, poniendo nombre y apellidos a todas las personas que fue posible.

En muchas de sus obras comparte firma con otras personas como el debarra José María Izaga o el pasaitarra afincado en Elgoibar Koldo Lizarralde...

En muchas publicaciones he trabajado codo con codo con José María Izaga, en otras con Koldo Lizarralde; la práctica totalidad de mis libros incluyen dibujos de Julen Zabaleta; el zumaiarra Javier Carballo me ha ayudado muchísimo con las fotografías... Al fin y al cabo es una manera de sumar conocimientos y eso es algo que queda de manifiesto en los libros.

¿De qué manera?

José María Izaga es un Ingeniero Industrial Superior y su visión de los procesos es muy enriquecedor, Koldo trabaja mucho el tema de recopilación de datos en los archivos, Julen es un dibujante formidable, Javier un gran fotógrafo...

Después de investigar y escribir sobre cerca de 180 oficios tradicionales... ¿Hay alguno que le haya llamado la atención de una manera especial?

Hay varios, pero uno muy curioso es el de mamador o mamadora; que eran unas personas a las que el párroco autorizaba para mamar la leche de las mujeres que habían perdido a sus hijos poco después de nacer. Tenían que ser personas desdentadas y tenían que tomar coñac antes de hacer su labor. Era un oficio que estaba mal visto. De hecho en euskera se les llamaba izaiñak, que son las sanguijuelas. Conocí a un hombre mayor que había sido mamador en un pueblo de la Ribera de Navarra; acudí allí para hablar con él pero no quiso contarme nada.

¿Algún otro oficio curioso?

Estaban las parteras que no tenían formación pero ayudaban en los partos. Al nacer los niños lo primero que hacían era darles coñac para beber porque pensaban que así se le abrían los pulmones al niño y a continuación le ataban la cabeza para que luego le asentara bien la txapela. Otro oficio curioso es el de los vendedores ambulantes de fideos. Iban de pueblo en pueblo con una maquinita para hacer fideos de 6 milímetros, macarrones de 12 milímetros... Hace unos pocos años Julen Zabaleta y yo coincidimos con uno en Vitoria.

¿Trabaja en algún nuevo libro?

José María Izaga y yo llevamos tiempo haciendo un trabajo sobre el río Deba y supongo que algún siglo de estos ya lo acabaremos. Queremos ver todo lo que el río ha dado para la alimentación de sus ribereños. También seguimos con los oficios tradicionales. Eso no tiene fin.

¿Las instituciones hacen lo suficiente para preservar los oficios tradicionales?

La Diputación Foral de Gipuzkoa está haciendo un trabajo meritorio para filmar y describir los procesos de la artesanía tradicional vasca, que está en serio peligro de desaparecer por falta de demanda y quizás también por falta de adaptación. Sin embargo, las instituciones encaminan todos sus esfuerzos hacia donde están los votos y para un donostiarra Gipuzkoa se acaba en Zarautz y Tolosa. En el Alto y el Bajo Deba no hay muchos votos, por lo que se ocupan muy poco de estas comarcas.