Después de más de un año de cierres y controles intermitentes en la frontera del puente internacional de Santiago y de Behobia, los ayuntamientos de Irun, Hondarribia y Hendaia han cerrado filas mediante un comunicado conjunto en el que solicitan a las autoridades estatales españolas y francesas que sean sensibles a la forma de vida transfronteriza de los habitantes de la comarca del Bidasoa.

En el escrito, firmado por los alcaldes José Antonio Santano, Txomin Sagarzazu y Kote Ezenarro, los responsables municipales recuerdan que ya expresaron su preocupación por la situación en la frontera el pasado mes de marzo tanto públicamente como a las autoridades competentes. El malestar se debía entonces a la presencia de controles fronterizos fijos en la muga y al trato recibido por los migrantes que trataban de cruzar el Bidasoa. Desde entonces no ha habido cambios significativos.

Esta vuelta a las fronteras, como explican desde los tres ayuntamientos, es "sorprendente e incómoda" para la comunidad bidasotarra, que suma en torno a 100.000 residentes que viven la relación transfronteriza "como parte esencial de la vida diaria". En ese sentido, los alcaldes califican la existencia de estos controles de "anacrónica", pues el flujo diario de personas entre los tres municipios llevaba décadas siendo elevado por motivos laborales, familiares y sociales.

Pero más allá de las inconveniencias diarias que el férreo control de tránsitos supone para los bidasotarras, los ayuntamientos también han querido denunciar el "drama humano" que supone la motivación tras estos dispositivos, que no es otra que "el control de la población migrante en tránsito".

En los últimos meses, la muga ha recibido un flujo constante de población subsahariana en tránsito, que ante el endurecimiento del control en la frontera y la imposibilidad de continuar su trayecto hacia Europa, se ha visto obligada a permanecer en las instalaciones habilitadas de manera urgente en Irun y Hondarribia.

No obstante, muchas de estas personas, sobre todo las jóvenes, no desisten en su objetivo y buscan alternativas que les llevan "a jugarse la vida, y en ocasiones, lamentablemente, a perderla". Desde la última declaración de conjunta de los tres ayuntamientos en marzo, la situación "ha empeorado", con el fallecimiento de varios jóvenes que trataban de cruzar el cauce fluvial del Bidasoa para evitar los controles.

Por ello, desde los municipios piden que se aborde la problemática "de manera global, a nivel europeo", en aras de poder volver a la Europa "sin fronteras". "No queremos ni podemos convertir nuestro río Bidasoa, símbolo del encuentro y la hermandad de nuestras tres ciudades, en una trampa mortal", aseveran los alcaldes en la nota.