Margarita Bueno solo tenía 14 años cuando su padre le envió a Inglaterra a aprender inglés. “El aita era fabricante de máquina herramienta. Exportaba todo lo que fabricaba. Tenía claro que había que aprender inglés y, cuando tenía 14 años, me mandó a Inglaterra. Estuve casi un año. Nunca olvidaré sus palabras: volverás cuando aprendas, me dijo. No era como ahora, que va mucha más gente. No había nadie de por aquí en muchos kilómetros a la redonda. Fue una experiencia dura, pero me enseñó mucho, me abrió mundo”.

Afortunadamente, había estudiado algo de inglés antes de ir a Inglaterra. “Mi hermano y yo habíamos estudiado durante dos años, con una persona que conocíamos. En aquellos tiempos nadie estudiaba inglés, todos estudiábamos francés”, recuerda. Su hermana Beatriz añade que su padre fue “un visionario”.

A pesar de que sabía algo de inglés, lo costó amoldarse. “Fue muy duro, pues yo había aprendido inglés escrito y me costaba entenderles. Cuidaba dos niños pequeños e iba a clases. Aprendí mucho. Yo quería aprender enseguida para volver a casa”, comenta.

Su hermana añade que se le dio muy bien y se le abrió un campo de trabajo. “Me llamaba la medicina, pero aquello me abrió otra vía. Me metí en el idioma y me gustó mucho. Cuando volví le ayudé al aita y empecé a estudiar secretariado y a dar clases de inglés a mis hermanas y a cuatro vecinos. Una de las alumnas era Elsa Retes, que ha estado toda la vida con nosotras en la academia”.

Poco a poco llegaron más alumnos y Beatriz empezó a echarle un cable. “Bajaba del instituto y le ayudaba a dar clases”, recuerda Beatriz. En 1986 abrieron la academia You. “Beatriz todavía estaba en la universidad, estudiando Turismo, pero acabó formando parte del negocio”, recuerda Margarita. Las otras dos hermanas, Yolanda y Alicia, también llegaron a dar clases. “Somos cinco. Un chico y cuatro chicas. Yo estaba a jornada completa y Beatriz y Yolanda venían en días alternos. Yolanda estudiaba Medicina. Alicia también trabajó con nosotras, durante unos dos años. Ahora tiene su propia academia, en Vitoria”.

Margarita y Beatriz, en la academia, hace algunas décadas. N.G.

A los cuatro años de abrir la academia de Zumarraga, abrieron otra en Legazpi. La de la calle Urdaneta cumplirá 40 años en 2026. “Vinimos cuando se hizo el edificio. Nos gustó y nos pillaba cerca de casa. Tenía tanta gente en casa, que necesitaba abrir una academia. Empecé en la cocina de casa, luego pasé a una especie de bodega que teníamos al lado de casa y, finalmente, vine aquí”, recuerda Margarita.

Por la academia You de la calle Urdaneta han pasado miles de alumnos de todas las edades. Entre ellos, José Ignacio Munilla. En aquellos tiempos era párroco de Zumarraga, después fue obispo de Donostia y en la actualidad es obispo de Orihuela-Alicante. También dieron clase a dos alcaldes de Zumarraga: Aitor Gabilondo (EA-EAJ, 1999-2003) y Mikel Serrano (PSE-EE, desde 2008 hasta la actualidad).

Profesoras y alumnos, en un viaje a Inglaterra. N.G.

You era en aquellos años la única academia del pueblo. “Al principio venía gente de Legazpi, de Ormaiztegi… Ahora tenemos mucha competencia”. Margarita sigue hablando en primera persona del plural, a pesar de que se jubiló en febrero. A Beatriz todavía le quedan unos pocos años para la jubilación e Irene acaba de cumplir 27 años. 

Parece que a Irene le gustaba lo que veía en casa, pues estudió Filología Inglesa y ha decidido tomar el relevo a su tía. “He hecho dos másteres relacionados con la educación, por lo que estoy preparada para ser profesora. Pero no tenía claro lo de coger las riendas de la academia. Es un regalo y una oportunidad increíble, pero también es difícil. Ser autónomo no es fácil, tienes a gente a tu cargo, hay que pelear mucho… Ser profesora de instituto sería mucho más sencillo. Pero la academia la conozco de siempre y creo que es algo que tengo que hacer. De momento, estoy contenta. Además, sigo siendo profesora, que es lo que siempre he querido”.

Como es lógico, a Margarita le hizo mucha ilusión que su sobrina cogiera el testigo. “Estoy muy contenta, pues la academia está en buenas manos. Es un orgullo. Me voy muy contenta. Me siento una privilegiada. He hecho siempre lo que me ha gustado y lo dejo en manos de alguien que sé que lo va a hacer bien”.

Profesoras y alumnos, hace algunos años, en la academia de Zumarraga. N.G.