Una fantasmal a la vez que divertida comitiva de espíritus y muertos vivientes recorrió ayer por la tarde las calles de Azpeitia en la que ha sido la primera edición de la Gau Beltza.

Recuperar la tradición

Un grupo de padres y madres de la localidad aunaron fuerzas para dar forma y recuperar una tradición ancestral vinculada al final de la cosecha y la llegada del invierno. El paso del tiempo hizo que se fuera perdiendo y cayendo en el olvido, pero, poco a poco, esta cobrando fuerza y su presencia es cada vez mayor en los pueblos del País Vasco.

De hecho, en estos últimos años han sido varias las localidades que han dado forma a esta celebración inundando de ánimas y música sus calles en una jornada que el calendario sitúa en la víspera del día de Todos los Santos de la tradición cristiana.

Las sonrisas no faltaron en la comitiva que dio forma a la primera Gau Beltza de Azpeitia. Aitor

Marcha fantasmagórica

Azpeitia no ha querido ser una excepción y ayer fue testigo de una colorida y multitudinaria celebración que reunió a niños y mayores, lo que invita a pensar que ha venido para quedarse. 

El desfile, que comenzó a las 19.00 horas, recorrió las calles del centro, inundándolas de música y bailes.

Rostros cubiertos con sábanas, calabazas talladas con forma humana y el sonido de la trikitixa marcaron el ritmo de una jornada en la que la participación vecinal fue la gran protagonista.

Los trikitilaris rompieron con su música la silenciosa marcha en su paso por el centro urbano de la localidad. Aitor

Música, bailes, cuentos y fuego

La marcha discurrió en silencio por las calles de un centro urbano más oscuro que nunca, tal y como corresponde a una comitiva formada por muertos vivientes.

El silencio, solo roto por la música de los trikitilaris de la Escuela de Música Juan de Antxieta, se acompañó de un cuento de terror a mitad de la marcha, camino de la plaza, donde se quemaron de manera simbólica los miedos en una pequeña fogata, antes de un baile final que puso el colofón a la Gau Beltza.