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La obra de arte del restaurante Ezkiotarra de Zumarraga

El artista Xabier Egaña pintó dos murales en este establecimiento

La obra de arte del restaurante Ezkiotarra de ZumarragaAsier Zaldua

Los clientes del restaurante Ezkiotarra de Zumarraga, además de comer bien, pueden disfrutar de una obra de arte:los murales pintados por el artista vizcaino Xabier Egaña en 1978 (en 1999 volvió a Zumarraga para restaurar su trabajo). Egaña pintó varios lugares y símbolos de Zumarraga:la plaza de Euskadi con la estatua de Miguel López de Legazpi, la ermita de La Antigua, los trikitilaris, los dantzaris...

Egaña es un artista de gran prestigio, con un currículum envidiable. Nació en Las Arenas el 22 de julio de 1943. A los 17 años se hizo franciscano en Zarautz, donde estableció relación con Javier Álvarez de Eulate, autor de las vidrieras del santuario de Arantzazu. Él fue quien le animó a introducirse en el mundo del arte.

En 1968 trabajó en el taller de Jorge Oteiza, durante la ejecución de los apóstoles de la fachada de la basílica. Pueden considerarse como sus obras principales los murales del camarín de la Virgen del santuario de Arantzazu, el ábside de la parroquia de San Pelayo de Zarautz y el muro de homenaje a Salbatore Mitxelena de Zarautz. Además, ha expuesto sus obras en Alemania y Puerto Rico, entre otros lugares.

Pero, ¿cómo llegó a Zumarraga? El Ezkiotarra lo abrieron el matrimonio formado por Patxi Idiakez y Dominica Agirre en la calle Iparragirre de Urretxu. Después, se trasladaron a la casa Baroikua (al lugar donde ahora tiene su oficina Laboral Kutxa). Después, el negocio lo cogió un sobrino, Miguel Aranburu, junto con un socio. Hacia 1976, Aranburu y su esposa (Consuelo Núñez) vendieron el local a Laboral Kutxa y trasladaron el restaurante a su actual ubicación: la plaza Euskadi de Zumarraga. Juan Manuel Núñez, hermano de Consuelo, era fraile en Arantzazu y le propuso a su amigo Egaña pintar un mural en el restaurante. “La pared del comedor estaba vacía y le propuse a Egaña pintar un mural. Fuimos a ver el restaurante y decidió hacerlo. El tema lo eligió él. Tanto el tema como el propio mural me gustan mucho”, recuerda Núñez.

Núñez vive en la actualidad en el monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, pero pronto volverá a Arantzazu. “Cuando estaba en Arantzazu, iba a menudo a cenar al restaurante de mi hermana, con algún otro fraile. Dentro de apróximadamente un mes volveré a Arantzazu. Los franciscanos vascos volveremos a Arantzazu, pues aquí han venido mexicanos. He pasado 25 años de mi vida en Liébana, en dos épocas:cuando salí de Arantzazu vine aquí, después me enviaron a Nájera y de allí volví a Santo Toribio de Liébana. Llevo 16 años seguidos aquí y se me hará duro salir”, reconoce.

Pero, por otro lado, le hace ilusión volver a Arantzazu. “Supone volver a casa, al lugar en el que completé mis estudios. Cuando yo vivía en Arantzazu, éramos unos 200. Ahora son unos 20”.

Espera venir más a menudo a Zumarraga. “Cuando murió la ama, dejé de ir a Zumarraga. Antes iba por lo menos dos veces al año:el día de Santa Lucía y el día de Santa Isabel”. Esos dos días, y todos los demás, son ideales para darse una vuelta por Zumarraga, tomar algo en el Ezkiotarra y admirar los murales pintados por Egaña.