De Gipuzkoa al Himalaya... a andar en bicicleta
El urretxuarra Xabier Isasa y el zumarragarra Nicolás Alustiza participaron en agosto en la Trans-Himalaya
El urretxuarra Xabier Isasa y el zumarragarra Nicolás Alustiza se conocieron de niños, en la escuela de ciclismo de la sociedad deportiva Goierri. Alustiza, dos años más joven que Isasa, ha ido siguiendo los pasos de este: llegó al Laboral Kutxa-Fundación Euskadi cuando Isasa saltó al profesionalismo y dos años más tarde se encontraron en el Euskaltel-Euskadi. Los dos soñaban con ser profesionales cuando eran unos niños y corrían con el maillot de Goierri, pero lo que nunca imaginaron es que iban a viajar juntos al Himalaya para participar en una prueba por etapas.
El ciclismo se ha globalizado y los equipos más modestos tienen que participar en carreras que se organizan a miles de kilómetros de Europa para conseguir los puntos que necesitan para subir en la clasificación. Euskaltel-Euskadi está viajando a lugares hasta hace poco insospechados. Por ejemplo, a un lugar que siempre ha sido frecuentado por montañeros y no por ciclistas: el Himalaya.En las carreras que se organizan en Europa la participación es más selecta y conseguir puntos es más difícil, por lo que Euskaltel-Euskadi está participando en pruebas muy exóticas.
Esta temporada, Isasa y Alustiza han viajado más que Joxe Mari Iparragirre y Miguel López de Legazpi. Conocen el Extremo Oriente mejor que Marco Polo: Isasa ha ido a China, Taiwan e Himalaya y Alustiza ha participado en la pruebas por etapas que organizan en la isla china de Hainan y en el Himalaya. De 0 a 4.000 metros, en una misma temporada.
Por encima de los 4.000 metros cada día
Lo que distingue a la Trans-Himalaya es la altura a la que se disputa. “Anduvimos por encima de los 4.000 metros todos los días. Era la primera vez que andábamos a esa altura. Sabíamos que iba a ser duro”, comenta Alustiza.
Para preparar la prueba, estuvieron concentrados en Sierra Nevada. “Estuvimos 17 días a más de 2.000 metros”, cuenta Isasa. “Pero lo del Himalaya es otra historia. De 2.000 metros a 4.000 metros hay una gran diferencia”, añade Alustiza. Su único consuelo era que los demás también lo estaban pasando mal. “Como veías que los demás también estaban mal, ibas tirando. No pensabas tanto en ello”, explica Isasa. “De todos modos, algunos equipos fueron una semana antes que nosotros al Himalaya y eso se notó”, responde Alustiza.
Mala organización
En cuanto a la organización, les pareció una de las pruebas peor organizadas de toda la temporada. “Han organizado pocas ediciones y todavía tienen mucho que mejorar. Al final de cada etapa nos tirábamos cinco o seis horas en el autobús. Eso no pasa en ningún otro lado”.
Los hoteles estaban bien, pero la comida no tanto. “En los hoteles solo comíamos arroz, pues todo lo demás no los conocíamos y no nos queríamos arriesgar. Llevamos latas de conserva y jamón desde aquí”, explica Isasa.
El paisaje era impresionante, pero estaban demasiado cansados para disfrutar de él. “Después de las etapas, nos metían en autobuses pequeños y nos tirábamos cinco o seis horas en la carretera para hacer 200 kilómetros, pues eran carreteras estrechas que iban junto al río. Los paisajes eran muy bonitos, pero estábamos reventados y no nos hacía ilusión mirar por la ventana”.
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