Como cada 30 de junio, Irun se ha vuelto a despertar hoy a las 4.00 horas con el sonido de la Alborada, que marca el inicio del que sin duda constituye uno de los días más especiales del año para la ciudadanía. Desde muy temprano, la música, los nervios, las emociones y las ganas de pasarlo bien han inundado las calles de la localidad. Sin embargo, un año más, los y las irundarras han vivido su día grande divididos.
Porque en Irun, San Marcial se celebra por partida doble. En el Alarde tradicional, la participación continúa siendo exclusivamente masculina, relegando a las mujeres al papel de cantineras. Por su parte, en el público mujeres y hombres desfilan en igualdad de condiciones, sin que exista ningún tipo de restricción. Ambos realizan el mismo recorrido, pero cada uno debe cumplir un horario, de forma que el encuentro, tanto físico como simbólico, resulta imposible.
División social
La convivencia entre ambos modelos, aunque más tranquila que en los inicios del conflicto, sigue evidenciando una división social no resuelta. Atrás han quedado los capítulos más oscuros, cuando la tensión, los insultos y la violencia física resultaban continuas, pero la fractura sigue siendo evidente en una ciudad que, lejos de celebrar unida, desfila dividida.
Resulta innegable que el Alarde tradicional continúa siendo el mayoritario en cuanto a número de participantes y respaldo social, un hecho del que muchos de sus partidarios presumen con orgullo.
Pero algo está cambiando. El Alarde público continúa creciendo, y no solo en número, sino también en visibilidad, normalidad y apoyo ciudadano. Cada vez son más las personas que, sin renunciar a las creencias y valores que defienden el resto de los días del año, cambian de un Alarde a otro, para unirse a un modelo de fiesta que no excluye a nadie, defendiendo una igualdad sin ambigüedades.
El crecimiento ha sido lento pero constante, y ha resultado posible gracias a quienes hace tres décadas abrieron el camino, mujeres y hombres que durante años soportaron amenazas, presión, críticas y rechazo. Muestra de ello es que a este desfile se han incorporado en los últimos tres años dos nuevas compañías: San Miguel, que participó por primera vez en el 2023, y Meaka, que se ha creado este 2025 y ha recibido un excelente respaldo. De esta forma, el Alarde igualitario cuenta actualmente con catorce compañías y unidades de participación restringida, frente a las veinte del tradicional.
Tensión
Sin embargo, la tensión continúa presente en algunos momentos, y así se ha visto tanto hoy como en los días previos a San Marcial, durante los ensayos de las compañías de ambos desfiles. Todavía hay quienes siguen dando la espalda al Alarde público o, sin hacerlo, miran con desprecio. Todavía hay quienes faltan el respeto e insultan con total impunidad a quienes opinan diferente. Todavía hay quienes olvidan que se trata de una fiesta, y que, como tal, disfrutar y pasarlo bien debería ser el único fin.
Afortunadamente, también hay escenas que cada vez resultan más habituales, como saludos entre personas de los distintos Alardes cuando las compañías se cruzan, familias y grupos de amigos que, a pesar de pensar diferente, buscan momentos de encuentro para disfrutar juntos de la que, por encima de todo, es una fiesta.
Avanza el respeto
Así las cosas, Irun ha vivido su día grande con un ambiente festivo que reinó sobre todo lo demás, compartiendo protagonismo con el calor que marcó la jornada. El conflicto no ha desaparecido, pero el respeto avanza. La distancia entre ambos Alardes sigue existiendo, y aunque la posibilidad de un desfile único e igualitario parece todavía lejana, el cambio social está en marcha y continuará recibiendo el respaldo de todas aquellas personas convencidas de que la tradición y la igualdad no son incompatibles y pueden caminar juntas.