“Iñigo era una persona muy implicada, que transmitía calma y confianza allí donde acudía. Siempre estaba dispuesto a ayudar. Contar con él era un activo que auguraba que los objetivos marcados podían ser conseguidos. Iñigo fue un compañero y amigo en todo momento; un tándem en todas las actividades que nos proponíamos”, subrayó el presidente de Cruz Roja Alto Deba, Javier Igartua, en el acto de entrega a título póstumo de la medalla de plata al oñatiarra Iñigo Guridi Kalibre por la extraordinario labor que desempeñó como voluntario de la organización humanitaria hasta su fallecimiento en 2019.
El pasado 3 de diciembre se cumplieron cuatro décadas de la primera guardia que cubrió la asamblea local de Cruz Roja. Comenzaba su andadura en un pequeño cuartito que le cedieron en la zona de urgencias del hospital comarcal, en Arrasate. Siete meses más tarde, el 14 de julio de 1984, se inauguraba la sede actual en el barrio bergararra de Elorregi (San Prudencio). Kalibre tenía 18 años cuando se enroló, junto a Igartua y otras personas, en el primitivo equipo que se puso manos a la obra en Debagoiena con un curso de primeros auxilios. “Iñigo fue una figura clave en la consolidación del Equipo de Respuesta Inmediata ante Emergencias (ERIE), y toda una referencia en la formación de las unidades de Búsqueda y Salvamento Terrestre de Euskadi. Él era el que diseñaba las prácticas y simulaciones. Aportaba también su experiencia, conocimiento y dominio en la montaña”, destacó Igartua sobre el homenajeado.
Emotivo
El del sábado fue un acto emotivo y lleno de recuerdos que se enmarcó en el 40º aniversario de Cruz Roja en Debagoiena. La viuda de Guridi, Irene Olalde, acompañada de su hija Nahia e hijo Danel, recogió la distinción y agradeció el reconocimiento con el público en pie aplaudiendo. Se proyectó un vídeo en recuerdo a Kalibre, y su hija, junto a otros músicos, subió al escenario de Santa Ana antzokia para interpretar dos de las canciones preferidas de su aita de Bruce Springsteen e Itoiz.
