El misterio de los disfraces reivindicativos de la estatua de López de Legazpi
Un vecino de Zumarraga disfraza cada mes la escultura del colonizador para provocar que se reflexione sobre ella
De vez en cuando, la estatua del colonizador Miguel López de Legazpi que preside la plaza de Zumarraga aparece decorada con algún elemento: una fregona, un paquete de galletas Filipinos (López de Legazpi colonizó las Islas Filipinas), cinta morada... La iniciativa es de un zumarragarra que quiere que se reflexione acerca de la estatua y su ubicación. Todo comenzó cuando le dijeron que la estatua tiene bajo su pie un símbolo de los filipinos. “Desde entonces, cada vez que paso por debajo de la estatua, no puedo mirar a otro sitio. Esa arrogancia me pone malo. Me parece insultante. ¿Qué tiene bajo el pie? Yo creo que no lo sabe ni él. ¿Un pequeño indio?, ¿una mujer?, ¿el dios de los filipinos?, ¿su cultura? Pero mucha gente pasa por su lado y ni siquiera la mira, pues está demasiado alta. Le pongo algún objeto y la gente no se da cuenta”, señala.
Cree que la estatua debería ser bajada de su pedestal y ser llevada a la casa-torre Legazpi, el edificio donde nació el colonizador. “No sé la historia de López de Legazpi, ni quiero saberla. Me gustaría ver la estatua en la casa-torre, para poder mirarla de frente y ver qué tiene bajo su pie. La escultura de López de Legazpi es una obra de arte. Es impresionante. Pero, ¿para qué la colocaron tan arriba? Así no se puede apreciar bien”.
El hombre que colonizó las Filipinas y fastidió a los legazpiarras
Contradicción
Decidió colocarle objetos para que la gente se fije en la estatua y reflexione acerca de la misma: “La primera vez que le coloqué un objeto era mi día de cumpleaños. Decidí hacerme ese regalo a mí mismo. La estatua estaba todavía rodeada de árboles (fue antes de la rehabilitación de la plaza Euskadi). Subí a la estatua y le coloqué un saco de patatas, de esparto, encima de lo que tiene debajo del pie. Quedó muy bien. Cuando le daba el sol, brillaba. Parecía que López de Legazpi había conseguido llegar a tierra firme y estaba pisando arena o una roca. A los pocos días, el Ayuntamiento quitó el saco. En mi opinión, estaba mejor tal y como yo lo había dejado. Hay muchas opciones, pero la actual no es admisible. ¿Uno pisando a otro? ¿Qué arrogancia es esa? El Ayuntamiento está cayendo en una contradicción: en un lado tiene la estatua y en el otro un monolito en memoria de las víctimas. Hay que ser consecuentes”.
En vista de que el Ayuntamiento había retirado el saco y los vecinos seguían sin fijarse en la estatua, decidió hacer algo más. “En unos carnavales hice un muñeco que representaba a un filipino y debajo le puse un vasco con label: con txapela y calcetines de lana. Junto al montaje, coloqué un cartel con un texto: Aski da! ¡Basta ya! Mientras el pie de López de Legazpi siga humillando al hermano filipino, seguiremos protestando. Tras los carnavales, dejé el montaje en el parque Zelai Arizti, encima del lugar donde pone Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres. Lo quitaron al día siguiente”.
Legazpi: un colonizador y su barrio molón
La ubicación
Pero no se rinde: “Sigo enviando mensajes. Creo que si López de Legazpi pudiera hablar, diría ¿qué me habéis puesto debajo del pie? Quiero estar en mi casa. Llevadme a casa. Ese es su sitio: un museo. La escultura es impresionante. Cuando he subido a ella me he dado cuenta de que es muy bonita. Pero colocándola ahí arriba, impiden a los vecinos verla bien. Entrar a la casa de cultura y encontrarse a un tipo de tres metros de altura sería la leche. Despertaría curiosidad. Todos los vecinos irían a verla. Pero ver en una plaza pública a un tipo pisando a otro... ¿Los niños tienen que ver eso?”.
Para conseguir que los vecinos reflexionen acerca del tema ha llevado a cabo diversas acciones: “En noviembre, el día de la huelga feminista, le coloqué una fregona y unos pañales para visibilizar la importancia de los cuidados. En enero le puse un filipino ahorcado. ¡Estuvo tres días allí! Se me ocurrió ponerle algo cada mes y sacar un calendario para que la estatua entre en todas las casas y los vecinos reflexionen acerca del tema. En febrero le puse un paquete de Filipinos gigante, el marzo cinta morada y en abril un paraguas. En mayo le he puesto una maza”.