De entre todos los bares que hay en Goierri, Urola Garaia y Urola Erdia, hay uno que es único: el bar del hospital de Zumarraga. La OSI (Organización Sanitaria Integrada) Goierri-Urola Garaia es la organización sanitaria de referencia para las tres comarcas y su hospital es el de Zumarraga. El bar de ese hospital es el único que se encuentra ubicado en un centro sanitario. Eso lo convierte en especial: no se sirven bebidas alcohólicas y entre los clientes hay muchos que están atravesando un mal momento. Alberto Bilbao Biriki, Ana Gordo, Txus Lucena y Maribel Terrón trabajaron durante muchos años en ese bar. Los momentos vividos les unieron para siempre.

Hostelería

Bilbao y Gordo son de Zumarraga, Lucena de Urretxu y Terrón de Azkoitia. Eran muy jóvenes cuando empezaron a trabajar en la hostelería. Bilbao trabajó en la sociedad Casino de Zumarraga, en los bares Korta y Txomin-Enea del mismo pueblo y en Bodegón de Agurain, para pagar los estudios. Estudió Delineación Mecánica en Tolosa, pero durante muchos años trabajó en la hostelería y hoy en día trabaja de albañil. Conoció a su mujer en el bar del hospital de Zumarraga.

El del bar Navarro

Lucena proviene de una familia de hosteleros. “En los años 80 mis padres cogieron el bar Navarro de Urretxu y con doce años ya estaba echándoles una mano. A partir de los 14-15 años trabajé en el bar”.

El hospital de Zumarraga.

Gordo fue a Salou a trabajar en un hotel tras acabar el Bachillerato. “Tenía intención de quedarme allí, pero a mi padre no le hacía gracia y me encontró trabajo en el hospital”. Lucena y Gordo se conocieron en el bar del hospital, se casaron y en la actualidad regentan el bar Navarro.

En cuanto a Terrón, con quince años empezó a trabajar cuidando niños y de allí a unos años, en el hospital de Zumarraga. Durante los seis primeros meses trabajó en la lavandería y los 35 siguientes años en el bar. “No tenía ninguna experiencia y la noche anterior a empezar no pude dormir pensando en cómo me las arreglaría para hacer los cafés”, comenta.

Delfín Blanco

Recuerdan que el primer responsable de la cafetería del hospital fue Delfín Blanco. “Maribel, Charro, Ángel Coloma y yo empezamos con Delfín”, comenta Bilbao. Lucena llegó poco después, con 16 años. Bilbao es de la cuadrilla de su hermano Rafa y le ofreció trabajar con ellos. Gordo llegó más tarde al hospital, en 1997.

Un poco antes, en 1994, Bilbao, Terrón, Lucena, Koldo Leturia y Tere André cogieron las riendas del bar. Fue tras la huelga que hicieron en defensa del bar y de sus puestos de trabajo. “El director del hospital quería cerrar el bar y poner máquinas de vending”, recuerda Lucena. “Fuimos a todos los ayuntamientos, para informarles de lo que estaba sucediendo. Incluso a Gasteiz. El director era de Azkoitia y empapelamos todas las paredes de Azkoitia. También recogimos muchas firmas. El director utilizaba como argumento que en el hospital de Mendaro no hay bar, pero finalmente conseguimos que no se cerrase y acabamos cogiéndolo nosotros”, añade Bilbao.

Importante labor

Afortunadamente, pues los bares de los hospitales cumplen una importante labor: ofrecen un pequeño respiro a los enfermos y a sus familiares. “En los bares de los hospitales no tienes que soportar a borrachos y tienes un horario fijo, pero tienes que saber consolar a la gente”, explica Terrón. “A menudo venía gente llorando, porque se les había muerto algún familiar o amigo o tenían a alguien muy enfermo. Por eso, la gente agradecía el buen ambiente que teníamos en el bar y el humor con el que trabajábamos”, comenta Lucena.

El más bromista era Bilbao. “Mucha gente iba a la cafetería para ver hacer el tonto a Biriki. Sabía alegrar a los clientes. Trabajábamos duro, pero lo pasábamos muy bien. Muchos nos daban las gracias, porque les habíamos hecho más llevaderos los días que habían tenido que pasar en el hospital. Ver trabajar a Biriki era todo un espectáculo”, añade.

Imagen del exterior del Servicio de Urgencias del Hospital de Zumarraga Asier Zaldua

Terrón recuerda que Bilbao solía trabajar con una moneda pegada a la frente. “La gente le preguntaba a ver por qué se había puesto una moneda en la frente, él les respondía que era para aliviar el dolor de cabeza y le creían. También tenía costumbre de meter cosas en los bolsillos de los que llevaban bata. A uno le metió un condón. ¡Menuda cara puso cuando sacó el condón del bolsillo!”.

Lucena se acuerda especialmente de lo que le hizo a un doctor. “A aquel médico le gustaba mucho el azúcar. Aquel día estaba acompañado y cada vez que echaba un sobre de azúcar al café, Biriki le ponía otro. Como estaba charlando, no se daba cuenta de lo que hacía y acabó echando unos ochos sobres de azúcar al café. A mí me entró la risa y tuve que salir de la barra”.

Bilbao era una máquina de hacer bromas y Lucena las recuerda todas. “Por las mañanas poníamos un disco del grupo Queen y nos pasábamos toda la mañana cantando, Biriki me encerraba en el almacén... Puede parecer que no, pero fue un placer trabajar con él”.

El final

Dejaron el bar del hospital en 2007, cansados. El testigo lo cogió la empresa Ausolagun. Terrón y Gordo siguieron trabajando para Ausolagun. Terrón lo dejó en 2020, cuando se jubiló, y Gordo en 2021.

La sociedad ha cambiado mucho desde que se abrió el hospital. Por increíble que parezca, al principio servían bebidas alcohólicas, se podía fumar en el bar y tenían una máquina tragaperras. Por otro lado, Terrón y Gordo comentan que hubo muchas idas y venidas y que al final el ambiente del hospital no era tan famliar como al principio.

Pero no olvidarán jamás los años pasados en el bar del hospital de Zumarraga. “El trabajo de la cafetería del hospital de Zumarraga ha sido muy importante en mi vida: pasé 25 años allí, hice muy buenos amigos y conocí al que es mi marido. Biriki y Maribel vienen a menudo al bar Navarro y Maribel cuidó a mis hijos cuando eran pequeños. Menos mal que no fui a Cataluña a trabajar...”, concluye Ana Gordo.