La flor de Pascua es uno de los símbolos indiscutibles de la Navidad.

Cada año invade hogares, escaparates y centros de trabajo gracias a sus llamativas hojas rojas, que aportan color y ambiente festivo.

Sin embargo, también es una de las plantas que más rápido se estropea si no se cuida de forma adecuada.

A muchas personas apenas les dura unas semanas, cuando en realidad puede mantenerse en buen estado durante bastante más tiempo si se siguen unas pautas básicas.

Unas flores de Pascua en una jardinera Freepik

Dónde colocarla

Uno de los factores más importantes para conservar la flor de Pascua es la el lugar de nuestra casa donde la colocamos.

Es una planta que necesita mucha claridad, pero nunca debe recibir sol directo, ya que esto puede dañar sus hojas.

Lo ideal es colocarla cerca de una ventana luminosa, pero protegida de los rayos solares. Además, conviene girar la maceta de vez en cuando para que la planta no se incline buscando la luz y crezca de forma más equilibrada.

Otro aspecto clave es evitar los cambios bruscos de temperatura. La flor de Pascua es muy sensible tanto al frío como al calor excesivo. Por ello, no debe situarse cerca de corrientes de aire, como puertas que se abren con frecuencia o ventanas mal aisladas.

Tampoco es recomendable colocarla junto a radiadores o estufas, ya que el aire seco y caliente puede provocar que las hojas se caigan antes de tiempo.

La temperatura ambiente también influye directamente en su estado. Para que la flor de Pascua se mantenga fuerte y con buen aspecto, la temperatura ideal se sitúa entre los 18 y los 22 grados.

Cada cuánto regarla

El riego es, sin duda, uno de los errores más comunes en el cuidado de esta planta.

La flor de Pascua no necesita grandes cantidades de agua y el exceso es mucho más perjudicial que la falta.

Solo se debe regar cuando la tierra de la superficie esté seca al tacto. Además, es fundamental dejar que la maceta drene bien, ya que el agua acumulada en el fondo puede pudrir las raíces y acabar con la planta en pocos días. Nunca debe quedarse agua estancada en el plato.

En definitiva, aunque la flor de Pascua tiene fama de ser delicada, con unos cuidados sencillos es posible alargar su vida más allá de las fiestas navideñas. Una buena ubicación, riego controlado, ausencia de corrientes de aire y una temperatura adecuada son las claves para disfrutar durante semanas de la planta más representativa de la Navidad.