Medio siglo pintando, modelando, tejiendo y disfrutando del arte. 50 años de entusiasmo, de compartir experiencias cumplirá, el próximo 19 de agosto, el Club de Arte Catalina de Erauso, fundado como asociación de carácter artístico cultural por Luz Miranda, José Joaquín Mendizabal y Chonin Navarro.

Años después, en 1987, fue reconocido como de Utilidad Pública por el Gobierno Vasco.

Juan Berrozpe, profesor de pintura, lleva ya tres décadas vinculado a Catalina de Erauso, club que debe su nombre a que fue precisamente en dicha calle donostiarra, en el barrio de Amara, donde inauguró su primera sede. “A Luz Miranda la figura de Catalina de Erauso le parecía muy potente y decidió que el club llevara su nombre”, explica Berrozpe.

A modo de conmemoración de un aniversario tan importante, el Club de Arte Catalina de Erauso ha organizado distintas propuestas, entre las que destaca la exposición que puede visitarse, hasta el 22 de marzo, en la Casa de Cultura de Okendo.

Además, Loli Altolagirre mostrará la magia de tejer en un telar en distintas sesiones. El 5 de marzo, en el mismo escenario que la exposición, realizará su exhibición en euskera entre las 17.00 y las 19.00 horas.

Las muestras en castellano se celebrarán el 27 de febrero y el 12 de marzo en idéntico horario.

El mismo día, a las 18.00 horas, pero en el salón de actos de la casa de cultura, Eduardo Saldaña pintará una acuarela en formato grande.

Maite Bardavio ofrecerá una exhibición sobre las distintas técnicas que se utilizan para pintar sobre porcelana. La cita tendrá lugar el 14 de marzo a las 18.00 horas. 

En la actualidad, entre las socias y quienes toman parte en las distintas propuestas que se organizan, más de 700 personas pasan anualmente por Catalina de Erauso. Hoy por hoy las salidas culturales son una de las propuestas con mayor éxito.

Pero, apunta Juan Berrozpe, vicepresidente del club, una de las características a destacar en el día a día de Catalina de Erauso es la mezcla de gentes, de distintas edades y características, que comparten espacio e intereses.

Un poco de historia

En 1974 existía en el barrio de Amara un taller de cerámica en el que tomaba parte Pili Ansa, actualmente profesora en esta materia. Cuando cerró sus puertas, distintas personas vinculadas al taller “se movieron, y por medio de una persona que les cedió un piso en la calle Catalina de Erauso pusieron en marcha una asociación”.

Según explica Berrozpe, en aquel entusiasta equipo había personas de distintas disciplinas artísticas, que comenzaron a realizar talleres en la primera sede.

La actividad fue creciendo y el piso “se quedó pequeño”, por lo que el Club de Arte se trasladó a su actual ubicación, en el número 10 de la Gran Vía del barrio de Gros. El cambio se dio ya hace 40 años, en 1984.

A partir de ese momento la actividad de Catalina de Erauso fue creciendo. “Aparecieron diversos pintores, como Iñaki Álvarez, al que homenajeamos porque lo deja este año; José Antonio Ferran, Iñigo Ormazabal, Conchita Laka, que fue directora de decoración en Porcelanas Bidasoa, etc.” 

Javier Arroyo, Luz Miranda ,Maite Comas y otras personas en una de las primeras juntas del club. Cedida

Se montó un taller de decoración de porcelana, de pintura, de encaje de bolillos, viajes culturales... 

“Le sacamos chispas al local, que necesitaría algunas reformas pero que tiene su propia personalidad”, destaca Berrozpe, que subraya que uno de los talleres que permanece en el tiempo es del cerámica, “que ha tenido sus altibajos pero que últimamente está lleno de gente joven”.

“En el día a día del club hay gran actividad en los distintos espacios. Entra y sale gente constantemente”, abunda el vicepresidente del club.

En la actualidad se imparten talleres de pintura todos los días de la semana “con cinco profesores y profesoras”; bolillos, Eduardo Saldaña da clases de acuarela, se practica esmalte sobre cobre, decoración de porcelana, tapices y viajes culturales, como el que se hará al Museo de Arte Ruso de Málaga...”. María Larrarte y Pablo Becerra son quienes los montan y la respuesta es extraordinaria”, añade Berrozpe.

Además, cada año se celebra un ciclo de charlas. “Originalmente se elegía un país y durante todo el curso se proponía una aproximación al país desde la historia, la literatura, el arte, la religión, la ciencia... Se organiza por períodos y licenciados en distintas especialidades imparten las charlas, que llegan hasta junio”, destaca el artista.

"El público del club de arte es muy heterogéneo, pero como en la mayor parte de las actividades creativas y culturales, predominan las mujeres"

Juan Berrozpe - Profesor de pintura

El público que llega a Catalina de Erauso es “muy heterogéneo” aunque, reconoce Berrozpe, “como en casi todas las propuestas culturales y creativas, hay una mayor presencia de mujeres”. “Cuando se acerca un hombre, sobre todo a partir de cierta edad, nos llega con alguna prevención. Será por falta de costumbre o porque quizá le parece que este tipo de actividades no tiene el mismo prestigio social que, por ejemplo, un curso de informática”.

Pese a todo, ya se están dando algunos pasos en la aproximación de los hombres a ciertas disciplinas, más allá de la pintura. “En el taller de tapices ya hay dos hombres”, informa Berrozpe.

Eduardo Ravina, Luz y Sol Miranda, Maite Comas, Fermín Pedrosa y Mariano Ferrer, con Imanol Murua y José Antonio Ardanza Cedida

Los talleres de pintura son los que suman un mayor número de personas participantes, también porque la oferta en horarios es más amplia. “Es una maravilla ver que participa gente joven y muy mayor, gente que tiene experiencia y otra que empieza de cero. Como profesor, para mí es una maravilla, porque hay que actuar de forma diferente con cada persona”, abunda.

Pone un ejemplo. “Hace un tiempo llegó a nuestro taller de dibujo un chaval gallego, tatuador. Se lo pasó muy bien y lo recomendó a otros tatuadores que conoce. Pero es que al mismo grupo, en el mismo espacio y en la misma hora, acude una mujer que tiene 80 años y que no hubiera coincidido con estos chicos en ningún otro lugar. Se establecen unas conversaciones súper chulas, cada uno con su registro”.

Tras 50 años de actividad Catalina de Erauso es un club ya muy conocido, algo que hace que la gente se acerque a consultar su oferta y participar en sus talleres. “Hay más oferta, sobre todo en aulas de cultura, pero no tanta. Cuando ha querido salir alguna nueva se ha dado de bruces con el tema del precio del alquiler de los locales. En Donostia poder alquilar un local digno con los metros que se necesita es casi imposible”, destaca Berrozpe. 

“Nosotros también sobrevivimos cada vez más justitos. El tiempo de pandemia fue muy duro, porque no se podía hacer nada. Donostia Kultura nos habló de la posibilidad de explorar, por nuestro 50 aniversario, alguna posibilidad de ayuda, algo que nos dejaría más tranquilos”, subraya.