Pasaia – La Diputación Foral de Gipuzkoa adjudicó el pasado mes de enero las obras del tramo 1 de la vía ciclista y peatonal entre Lezo y Pasai Donibane. Se trata del último intervalo que está pendiente de ejecución para unir ambas localidades.

De la obra se encargará la UTE Campezo-Ansareo por un importe de 1,47 millones de euros IVA incluido y un plazo de ejecución de seis meses.

Dicho tramo, de 270 metros de longitud, transita por la zona más próxima a Donibane, a su paso por el muelle de Lezo donde se encontraba la central térmica. En este tramo la acera es muy estrecha y cuando se cruzan dos personas, una de ellas debe invadir la carretera.

Por ello, para garantizar la seguridad en la zona, se ha proyectado la ejecución de una nueva vía de tres metros de anchura útil junto a la calzada de la carretera foral GI-3440. Debido a las características de este espacio será necesario construir una plataforma en voladizo.

Según declaraciones a la prensa que se realizaron a finales de la pasada legislatura por la entonces diputada de Movilidad, Rafaela Romero, “los 270 metros del último tramo del bidegorri entre Lezo y Donibane suponen la creación de una infraestructura social que conecta tres municipios y 280.000 personas, completando el circuito de movilidad activa en torno a la bahía pasaitarra y dando un paso más en el proceso de transformación y revitalización de la zona”.

Una vez que comiencen las obras, su ejecución se dividirá en tres fases principales. En la primera de ellas se prevé el desvío del servicio de saneamiento para tener espacio en el que implantar, en el carril sentido Lezo, las estructuras en las que asentar el bidegorri.

Para ello será necesario habilitar un itinerario provisional alternativo, que estará en servicio durante las siguientes fases con el objetivo de compatibilizar el tráfico peatonal con la ejecución de las obras.

Está previsto establecer un trazado por el puerto, adyacente a la zona de obras, con la implantación de sendas rampas de bajada mediante andamiaje en ambos extremos de la obra, que permitan la resolución de la diferencia de cotas entre la explanada del puerto y la carretera foral. También existirá un itinerario peatonal a lo largo del pie del talud actual entre ambos puntos.

En una segunda fase se contempla el objetivo principal del proyecto, consistente en la implantación del voladizo. Este periodo incluye varias subfases para acometer el extendido de la capa de rodadura y la instalación de la señalización definitiva, que a su vez conforman el objeto de la tercera y última fase que contempla el proyecto.

Según han señalado en varias ocasiones fuentes forales, “las dificultades geotécnicas, orográficas e institucionales en ese pequeño tramo han supuesto un reto técnico, ralentizando la finalización del bidegorri que finalmente será posible culminar con éxito en la presente legislatura”.

Precisamente, los reiterados retrasos sufridos por la culminación del bidegorri es una de las principales críticas de usuarios, vecinos de la zona y asociaciones como Eguzki o Kalapie.

El último contratiempo lo anunció la entidad foral a principios de 2023. Entonces estaba previsto iniciar las obras en abril, pero el paso de la etapa del Tour de Francia por la carretera GI-3440 impidió tener obras en ejecución en el itinerario por el que transcurría el evento deportivo. Se dijo entonces que la intervención arrancaría en julio y que la ciudadanía podría disfrutar de su bidegorri en el mes de diciembre.

Una vez más los plazos no se cumplieron y ello encendió el enfado de los vecinos y asociaciones. Los más críticos fueron los miembros del grupo ecologista Eguzki quienes denunciaron que los plazos de ejecución del bidegorri anunciados por la Diputación en enero eran “una trola”. “Ya advertimos que el Tour no era sino una excusa para justificar un nuevo retraso, ya que el proyecto seguía sin estar definitivamente aprobado”, remarcaron.

Asimismo, criticaron que sus alegaciones fueron rechazadas. Su principal propuesta era ampliar la anchura del bidegorri proyectado de tres a cuatro metros. “Esperábamos el rechazo, pero que conste que el Plan de Vías Ciclistas de Gipuzkoa señala que la anchura de bidegorris de coexistencia entre peatones y ciclistas de uso intensivo, como es el caso, ha de ser de cuatro metros. Un bidegorri más estrecho propiciará más fricciones de las deseadas entre ciclistas y peatones”, aseguraron.

La Diputación valoró la posibilidad de ampliar la vía verde de los tres a los cuatro metros. Sin embargo, ampliar el voladizo conlleva diseñar unos contrapesos considerablemente mayores, los cuales afectarían a los servicios actualmente existentes (gas, saneamiento por impulsión, abastecimiento, alumbrado, telefonía…).

Además, “por la desproporcionalidad técnico-económica de las soluciones necesarias para conseguir una sección de cuatro metros como se solicita en la alegación, se decide mantener la sección de tres metros de ancho, la cual mejora notablemente el estado original del tramo a pesar de incluir la barrera de seguridad”, explicaron.